Casa, parcela y una vaca: 60 años de colonización en Cilloruelo

Casa con corral, parcela de regadío y una vaca. Eso es lo que dio el Instituto Nacional de Colonización a las familias que se aventuraron a dejar su pueblo para irse a vivir a lo que, hasta hacía poco, habían sido tierras en medio de la nada. Parcela y animales que pagaban años después con unas condiciones muy favorables. Fueron denominados colonos y se aventuraron a iniciar una nueva vida empezando de cero, para lo que recibían un terreno de regadío con el que empezar a trabajar. En Salamanca fueron 15 los pueblos de colonización que creó el franquismo entre 1940 y 1970, uno de ellos fue Cilloruelo que, dependiente administrativamente de Encinas de Abajo, comenzó su historia en 1963, por lo que ahora cumple 60 años.

“Pioneros, de los primeros que vinieron al pueblo ya solo quedan vivas dos o tres personas”, asegura Miguel Cordero, uno de los organizaciones de la fiesta y homenaje a las familias que fundaron la localidad. “Queda mucha más gente de la que vino dos o tres años después o que somos hijos de los que vinieron al principio”, añade. Su padre fue uno de los que recibieron casa en la localidad. “Al principio había 34 casas de colonos, y otras seis destinadas a trabajadores” recuerda, aunque no todas las familias pioneras se quedaron. “Algunos probaron y se fueron fuera poco tiempo después, no les convenció. Otros vinieron más tarde y hay gente que llegó incluso años después”.

El pueblo ya no se parece a lo que Cilloruelo era en sus inicios, con todas las casas iguales, blancas, con tapia en el corral y dos plantas y las calles perfectamente delineadas. El pueblo ha crecido, se han construido casas nuevas, naves y muchas de las viviendas originales han sido reformadas. El blanco uniforme por todo el pueblo ha desaparecido con los años, pero Cilloruelo todavía mantiene la esencia de pueblo de colonización. Es algo que se percibe nada más entrar en el municipio. Iglesia moderna construida en la plaza alrededor de la que se organizaban el resto de las calles y un pequeño edificio que hacía las veces de ayuntamiento o edificio público. Alrededor las casas, casi todas iguales.

Este sábado la localidad rendirá un homenaje a quienes crearon un pueblo que las siguientes generaciones hicieron suyo, que ya forma parte de sus raíces. Un grupo de amigos se han organizado para hacer una celebración en la que, aprovechando la festividad de San Vicente, patrón de la localidad, sacarán en procesión al santo “que hace años que no sale por falta de gente”. Después, descubrirán una placa en recuerdo a todos aquellos iniciaron una nueva vida en Cilloruelo. Paella, sevillanas, parrillada y discoteca móvil completarán una emotiva jornada en la que también se proyectará el vídeo que realizaron en el medio siglo de vida de la localidad.

 

Los pueblos de colonización en Salamanca

La comarca de Ciudad Rodrigo y la de Alba fueron las zonas en las que se construyeron los 15 pueblos de colonización que el Instituto Nacional de Colonización hizo en Salamanca. Según el Instituto de Colonización el primero de todos fue Águeda del Caudillo en 1949, cuyo nombre fue un homenaje directo a Franco y que ahora ha pasado a llamarse simplemente Águeda en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. Desde ese momento las inauguraciones de pueblos fueron constantes aunque los colonos llegaron en algunos casos un par de años más tarde de la fecha que figura. Arrabal de San Sebastián en 1953, Ivanrey un año después, Sanjuanejo en 1955; Conejera, Santa Teresa y Santa Inés en 1956, Fresno Alhándiga en 1958, Castillejo un año más tarde, Torrejón de Alba y Castillejo de Huebra en 1960, Cilloruelo en 1961, Nuevo Amatos en 1962, Nuevo Francos en 1963 y, por último, Nuevo Naharros en 1964, uno de los que más ha crecido en población gracias a su cercanía con la capital salmantina.

La mayoría de los colonos que en un primer momento ocuparon las viviendas de los nuevos pueblos procedían de pueblos cercanos y solo buscaban una oportunidad para vivir y criar a sus hijos. Una amalgama de gente que, en muchos casos no se conocía, y que tuvieron que crear de la nada una comunidad, iniciar unas tradiciones y crear conciencia de pueblo. Pueblos que se llenaron de familias jóvenes, con niños y que ahora luchan contra la despoblación y el abandono.