A las doce de la mañana, acompañado de plañideras y seudofrailes, el sabroso pescado paseó en su ataúd por el barrio cercano antes de ser placenteramente ingerido por el centenar de socios que se reunió con ese fin.

 

Con ello, concluyen las celebraciones carnavaleras en ese Centro, que mantiene todos los años con empeño esta y otras muchas tradiciones.
 

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