Las cigüeñas niñeras de Santa Marta
Hay animales mitológicos cuya existencia sólo puede encontrarse en la enrevesada mente del ser humano. Híbridos y sobredimensionados cuerpos que dan lugar a todo tipo de relatos para infundir temor. Sin embargo, hay animales cuya existencia es común en nuestro día a día, pero que albergan en ocasiones fantásticas historias tras de sí, y muchas veces para generar amor y ternura. Es el caso de las cigüeñas, protagonistas de fábulas, talismanes y embajadoras de la primavera, pero también de una leyenda original de Escandinavia, difundida a todo el mundo gracias a los cuentos de Andersen y que tiene su propia versión en la provincia de Salamanca. Es el caso de las cigüeñas niñeras de Santa Marta de Tormes.
Cuenta la leyenda que había una vez una pareja de estas blanquinegras aves asentada sobre el tejado de una aceña en lo que hoy es la Isla del Soto. Con las ramas depositadas por la corriente a orillas del río Tormes habían construido un frondoso nido. Tan confortables se sentían que jamás lo abandonaban. Allí saciaban su apetito, allí descansaban tras una jornada de recorrer las riberas aguas arriba y abajo. Allí sucumbían a las garras de Morfeo y se entregaban a los designios de Eros, porque la pasión por el prójimo no es sólo una cualidad humana.
Humana era la pareja que residía en la aceña. Dos jóvenes con la ilusión de formar una familia. Así lo intentaban cada día, pero la semilla no germinaba en terreno fértil. La cosecha que recogían cada temporada en sus campos no se correspondía después con los frutos que esperaban del vientre de la mujer. La doncella se convirtió en esposa y los años comenzaban a teñir de blanco su melena. Dios no les había correspondido con el don de la paternidad. Así, con tristeza y resignación, amainaban su pesar con las cigüeñas, a las que habían adoptado ya no como unas mascotas, sino como a sus propias hijas, dándoles de comer y haciéndoles compañía.
Pero al igual que los hijos terminan un día echando a volar del nido para emprender la tortuosa senda del destino, las cigüeñas desaparecieron de la noche a la mañana al llegar un invierno. Jamás habían abandonado su nido. Jamás habían pasado una noche lejos de la aceña. Jamás emprendido el vuelo para no regresar. ¿Cómo era posible? ¿Adónde habían ido? Así transcurrieron los fríos días, acrecentando la pena de la estéril pareja de labradores.
El frío comenzaba a remitir en los primeros días de febrero, no así en los gélidos corazones de los moradores de la aceña. La pareja partió al amanecer hacia su labor en el campo. Y como cada mediodía, la mujer regresaba a casa para ir preparando la comida. Pero aquella mañana regresó al momento para buscar a su marido. Volaba sobre las embarradas tierras. Vociferaba ininteligiblemente. El hombre se sobresaltó. Nunca la vio tan alterada. ¡Las cigüeñas! ¡Las cigüeñas han regresado! ¡Y nos trae un regalo!, acertó a exclamar la mujer. ¿Un regalo?, se extrañó el marido, que apenas pudo articular más palabras porque su esposa ya regresaba a la carrera hacia la aceña haciéndole gestos de seguirle apresuradamente.
Al llegar a casa, el hombre no podía dar crédito a lo que acontecía ante sus ojos. Las cigüeñas habían regresado, sí, pero con un bebé entre su pico. Un albino niño les sonrió nada más verles cruzar la puerta. ¿Acaso Dios se había compadecido de ellos para entregarles la responsabilidad de criar a un ser humano? ¿Disfrutarían por fin de la ansiada paternidad? No había dudas. Era una señal llegada desde el cielo, nunca mejor dicho. La pareja comenzó a dar saltos de alegría. ¡La cigüeña trajo al bebé!, gritaban. Así sobresaltaron a un grupo de niños que jugaba cerca de allí. Al llegar a la aceña y asomarse por la ventana, vieron a los labradores bailando con un niño en brazo. ¡La cigüeña trajo al bebé!, repetían una y otra vez. Y los guajes, viendo el par de aves junto a la chimenea, salieron corriendo céleres a difundir el milagro. Desde entonces se dice que son las cigüeñas quienes traen a los bebés a sus respectivas familias y que verlas es señal de buena suerte.
También te puede interesar
Lo último