El escritor y antropólogo francés François Zumbiehl se metió a Miróbriga en el bolsillo al pregonar el Bolsín Taurino en el Teatro Fernando Arrabal donde apeló a los valores tradicionales del toro como garantes de una tradición unicamente cuestionada por los perjuicios de los ecologistas "producto de la ignorancia y de un enorme malentendido". "No hay nada más ecológico que una ganadería brava, donde conviven innumerables especies de fauna y flora salvajes, cuya permanencia depende de la permanencia del toro bravo, ese animal que goza  en su dehesa de unas condiciones inmejorables de libertad y tranquilidad", reivindicó.

A la vez, y apelando a míticos salmantinos relacionados con el mundo del toro, caso de Venancio Blanco, El Niño de la Capea o el Viti, recordó que el toro es "un señor de la naturaleza,  preservado como tal; una obra maestra de la ciencia y del arte, el arte de los ganaderos que han sabido perfeccionar su bravura, esculpirla, con su exigencia y su sensibilidad particulares, para que esa agresividad innata, y en gran parte salvaje, se adapte al toreo actual".

Interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de un público entregado, Zumbiehl no dejó ningún palo sin tocar, diseccionando al detalle una Fiesta a la que se aficionó, casualidades de la vida, en el mismo año en que se inició el Bolsín, 1956. Viendo torear a Aparicio, Litri y Antoñete aquella lejana tarde de Bayona comenzó no solo a amar la tauromaquia sino a profesar un inquebrantable cariño por España.

Desde entonces no ha cesado de defender los valores de un arte que reúne las tres condiciones que legitiman este tipo de fiesta, "y que en el caso de Ciudad Rodrigo, me apresuro a decirlo, se encuentran

perfectamente reunidas: que un grupo humano o un pueblo se identifique con ella, la viva de verdad y sepa transmitirla; que no se adulteren sus reglas por un exceso de masificación y de turismo incontrolado; y, en cuanto al toro, que siempre se respete su condición de animal en lidia, con el consiguiente riesgo de los que se enfrentan con él". "En una palabra, que nunca aparezca como la víctima de una matanza", añadió haciendo gala de sus conocimientos como experto en antropología.

En Ciudad Rodrigo, recordó el pregonero, "la Fiesta alcanza su mayor intensidad con sus dos componentes antagónicos pero complementarios: la obediencia a unas reglas muy concretas que definen un ritual y, dentro de este marco, todo el espacio necesario concedido a lo espontáneo, a lo imprevisible de cuanto puede suceder. Esto vale para el Bolsín Taurino y para  todo lo que va a acontecer aquí en los próximos días".

De igual modo, François Zumbiehl apuntó que la tauromaquia "cumple sobradamente con los cinco criterios estipulados por la UNESCO para definir un patrimonio cultural inmaterial al ser un ritual, un arte vivo del espectáculo que  promueve una artesanía tradicional y contribuye a un mejor conocimiento de la naturaleza y del universo a lo que se añade que provoca un enrequecimiento del lenguaje". 

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