Cada golpe de pica y escoda que los artesanos canteros de Villamayor dieron durante décadas en el trozo de tierra de la que extraían piedra franca ha dejado una huella en las raíces, la historia y el lugar que dio las piedras que definen Salamanca. Marcas y surcos en el terreno que hay que saber leer y que narran una historia, la de las canteras de las que salieron monumentos de Salamanca como la Catedral o la Universidad. ‘Las Cocinitas’, ese es el nombre de una de ellas, la única que es visitable y cuenta una historia, la del duro trabajo de los muchos canteros que desde los siglos XI y XII extrajeron la piedra que embellece la capital.
Un espacio pensado para mostrar las huellas que han dejado en el terreno esas manos que minaban el suelo Villamayor, ese que antiguamente era campo de labor o monte y que ahora en algunos casos está oculto bajo las edificaciones. Unas canteras que estuvieron durante años olvidadas, lugar de encuentro de los jóvenes y que todo el mundo conocía como Las Cocinitas. Un espacio al que el Ayuntamiento vio posibilidades y fue en 2006 cuando se fraguó el proyecto para convertirlas en un espacio didáctico y de promoción turística. Un entorno visitable que muestra las huellas que quedan en el terreno tras la extracción de la arenisca en un espacio al aire libre.
Su rehabilitación y recuperación, que incluyó en su momento la retirada escombros en un espacio de más de 6.000 metros, permite a los visitantes subir y bajar por donde los canteros rompían la piedra, apreciar las rozas que dejaron la pica y la escoda. La limpieza de esta cantera que ahora se disfruta a cielo abierto permite ver las altas paredes rectas de las que salía la piedra y los huecos que han dejado los grandes bloques rectangulares que fueron arrancados de la tierra. Un sube y baja constante en el terreno que hace de este espacio un lugar único. Cabe recordar que en las primeras canteras de Villamayor se trabajaba bajo tierra, en minas ya que se practicaban túneles que se cegaban cuando dejaban de explotarse.
Un paisaje ‘casi extraterrestre’ que se puede disfrutar a pocos kilómetros de la capital salmantina. De hecho, esta cercanía fue fundamental a la hora de elegir la piedra de Villamayor para la construcción de los edificios que hoy conforman la ciudad monumental, Patrimonio de la Humanidad. Esa cercanía unida a la facilidad que ofrece para cortarla y tallarla y que lograron crear las espectaculares tallas que conforman el plateresco salmantino.
De ‘Las Cocinitas’ salían a diario cientos de carros tirados por bueyes cargados con grandes sillares de piedra con destino a la capital. Dicen que las piedras de esta cantera dieron vida a la catedral de Salamanca.
Pero no son las únicas. De hecho, en Villamayor la extracción de la piedra ha sido el motor del municipio, aunque cada vez quedan menos canteras y en muchas ocasiones trabajan bajo pedido. Sin embargo, el suelo de Villamayor todavía guarda mucha piedra. Los derechos mineros en los que se desarrollan las investigaciones mineras y las explotaciones de las actuales canteras están considerados tanto por la Constitución Española, como por la vigente Ley de Minas, como bienes de dominio público, regulados por la Administración Estatal y Autonómica. Los titulares de los derechos mineros en Villamayor disponen de Autorizaciones y Concesiones Administrativas que les garantizan sus derechos y les obligan a someterse a la Ley de Minas y su reglamento. Disponen de la Dirección Facultativa que presenta anualmente a la administración minera los correspondientes Proyectos de Labores Anuales Realizadas, y planifica las que se pretenden llevar a cabo, con presentación de Informes de Producción y Estudios de Viabilidad Económica del proceso productivo.
'Las Cocinitas' no es la única cantera histórica del municipio, aunque es la única que se ha recuperado. La localidad cuenta con una línea de unos tres kilómetros en dirección al Tormes donde estarían ubicadas otras canteras históricas.
La piedra de Villamayor, el oro de Salamanca
La piedra de Villamayor, arenisca o piedra franca ha sido fundamental para convertir a Salamanca en la ciudad monumental que es. Su facilidad para el corte y la talla han permitido que los monumentos salmantinos muestren orgullosos la filigrana plateresca que caracteriza la ciudad. Blandura que se pierde con el tiempo debido a la pérdida progresiva de la humedad. La arenisca se formó en Villamayor por la sedimentación de una banda situada al oeste de la ciudad de Salamanca y en la que se encuentran todas las canteras. La piedra dorada de Villamayor se clasifica como arenisca feldespática-arcosa, compuesta de cuarzo (40-70%), feldespatos (10-30%), micas y matiz arcillosa (10-20%). La oxidación superficial proporciona el tono pardo-dorado causante del color dorado de esta piedra cuando es iluminada por el sol crepuscular.
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