Los vecinos de la zona de salud de Vitigudino afectados por la reestructuración sanitaria (Manceras, Puertas, Cerezal, El Gróo, Ahigal de los Aceiteros y Brincones) dan por perdida la batalla que a lo largo de los últimos meses han mantenido con las instituciones para evitar ser divididos en diferentes demarcaciones sanitarias y por mantener el nivel de atención que recibían hasta ahora.

 

Todavía con la pena por haber perdido a una persona y un profesional “excelente”, tras despedir hace unos días a su antiguo médico, trasladado a Villamayor, a los vecinos únicamente les quedaba un último cartucho, la cita que tenían fijada para este martes con el delegado de la Junta de Castilla y León, Bienvenido Mena. Sin embargo, al salir de la cita nada había cambiado puesto que el responsable del gobierno regional en Salamanca les repitió el mensaje que tanto desde la Consejería de Sanidad como desde la Gerencia Territorial de Salud se les viene dando desde el principio: “La atención no se verá mermada e, incluso, en determinadas zonas mejorará”, en clara referencia a aquellos lugares donde hasta la fecha se atendía a la demanda y ahora reciben la visita del médico cada semana. El compromiso por escrito que exigían los vecinos y que, por momentos, parecieron estar cerca de conseguir, nunca llegó finalmente.

 

Divididos


Desde ahora los pacientes de Brincones reciben atención de la doctora que atiende a los de Sanchón de la Ribera. Algo similar ocurre en Puertas, cuyo médico es también el de El Villar de Peralonso. Tal y como temían, los pueblos pierden la figura del médico común para todos, lo que facilitaba el desplazamiento a la consulta de municipios cercanos en el caso de no poder acudir a la de sus localidades de residencia. 

 

Entre los vecinos, que desconfiaron desde un primer momento, crece la preocupación ante la posibilidad de que en un futuro no muy lejano “una vez que se apaguen los ecos de todo esto y se vaya olvidando el revuelo”, la atención vaya mermando “hasta volver a dejarla a la demanda en prácticamente todos los pueblos”. La despoblación rural, lamentan, “termina provocando estas cosas; la pérdida paulatina de servicios”, explica uno de los portavoces vecinales convencido, además, de que el mimo que José Carlos Díaz les dedicaba en la consulta no lo van a recuperar. “Los médicos que nos atienden desde hace unos días hacen ahora más kilómetros entre los pueblos y eso afecta a su rendimiento”, advierte.

 

Lo sucedido con el traslado del médico de Brincones es “desnudar a un santo para vestir a otro”. A largo plazo, entienden los vecinos, “no va a solucionar nada”. Los más pesimistas lo ven, además, como el primer paso hacia lo que entienden como el siguiente caballo de batalla del medio rural, la comarcalización de los Ayuntamientos. “Ir a ellos es hoy como estar en casa porque nos solucionan las necesidades, pero ¿quién nos garantiza que en un futuro se quedan únicamente en lugares para recibir peticiones que se tramitarían en otro lugar alejado de nuestros pueblos?”, se preguntan, pesimistas.

 

El ejemplo de Las Arribes


Durante semanas, se vieron reflejados en el espejo de municipios como Villarino donde la perseverancia vecinal terminó por derrotar a un ‘Goliat’ administrativo que hincó la rodilla y restableció las urgencias nocturnas en la zona. Allí jamás faltó el equipo de guardia. La visita cada noche durante casi nueves meses de los vecinos puso en jaque a Sanidad hasta lograr el objetivo.

 

Brincones pensó que su perseverancia, con el apoyo de Fevesa, terminaría por doblegar los planes de la Junta de Castilla y León. No ha sido así. “Cuando veíamos a los de Villarino, no entendíamos del todo qué estaba sucediendo realmente. Fueron tozudos y lo lograron”, reflexionan. “Si en aquel momento hubiéramos estado con ellos, hoy quizá dispondríamos de su apoyo pero hemos estado divididos y desde algunos pueblos no se ha movido un dedo”. No han dejado de luchar. Como en Villarino, personas al borde de los 80 años que no se resignaban a lo que el gobierno regional había previsto para ellos. Dando ejemplo ante el inmovilismo social pese a la crisis que tanto se critica. Ellos no han sido capaces y parecen haber tirado la toalla. Se les ve sin ganas; a punto de tirar la toalla. La batalla ha terminado….o eso parece.   
 
 

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