Ecologistas en Acción Salamanca pide priorizar la prevención, la investigación de las causas y profesionalizar el operativo contra los incendios forestales
La organización asegura que más del 80 por ciento los fuegos son provocados por lo que se necesita más investigación y penas ejemplares acordes con la tragedia del delito
Los incendios forestales de este verano en nuestro país se han cebado especialmente en Castilla y León y han vuelto a demostrar su capacidad destructiva, arrasan vidas y biodiversidad mientras persiste la impunidad: más de 80% son provocados por acción humana (intencionados, accidentes y negligencias) según la Estadística General de Incendios Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica (2025).
Desde Ecologistas en Acción Salamanca aseguran que la provincia no ha sido la excepción, luchando contra seis incendios simultáneos, muchos en zonas de alto valor ecológico y que han obligado a evacuar a miles de personas. Destacan los de San Cristóbal de los Mochuelos (Cipérez) y El Payo—ambos alcanzando nivel 2 de peligro—, y otros situados en La Sagrada, La Alberca, Gallegos de Argañán, Navasfrías y Serradilla del Arroyo, además de Jarilla que ha penetrado en nuestra provincia en las últimas horas y el de Portugal que amenaza Arribes del Duero. La rápida propagación de las llamas, generando frentes de hasta 20 km, junto al viento y las altas temperaturas, han dificultado las labores de extinción.
La ola de incendios que asola Salamanca—con focos simultáneos en Cipérez, El Payo, La Alberca y otras localidades—no es un hecho aislado, sino parte de un patrón que se repite en Castilla y León y que en muchos casos está vinculado a la intencionalidad humana como así se demuestra en algunas de las investigaciones, siendo las causas muy variadas.
Casos como el de Cuevas del Valle (Ávila), donde un trabajador despedido quemó 2.200 hectáreas (Guardia Civil, 2025), o Las Médulas (León) con 1.500 hectáreas calcinadas, o el de Aliseda ( Cáceres) por motivaciones cinegéticas muestran la necesidad de invertir muchos más medios humanos y materiales para investigar origen, causas, motivaciones, todo hasta encontrar a las personas responsables y aplicar medidas penales con sanciones ejemplares que incluyan la reparación ambiental. Añaden que igualmente, es necesario garantizar condiciones laborales dignas para todas las personas que forman parte del operativo contra incendios, desde brigadistas y retenes hasta personal técnico y de apoyo, cuyo esfuerzo y valentía resultan esenciales para proteger vidas y territorios.
"No se puede permitir que quienes se juegan la vida en primera línea lo hagan en condiciones precarias, con sueldos insuficientes, recursos limitados y precariedad en sus empleos. Reconocer su labor implica no solo mejorar sus salarios y estabilidad, sino también asegurar su formación continua, equipos de protección adecuados y tiempos de descanso que les permitan trabajar con seguridad. A ello debe sumarse una apuesta decidida por la innovación tecnológica y por el refuerzo de los medios humanos y materiales, garantizando una respuesta eficaz y rápida frente a incendios cada vez más intensos y frecuentes debido a la crisis climática", afirman.
Tras muchos incendios se esconde un peligroso paradigma: la obsesión por convertir los bosques en meros terrenos 'productivos'. Mientras se promueve esta visión reduccionista productivista, se pasa por alto su valor ecosistémico incalculable: son los pulmones del planeta que almacenan el 45% del carbono terrestre (Banco Mundial, 2023) y son refugio del 80% de las especies terrestres que soportan el equilibrio de los ecosistemas y hacen posible el sostenimiento de la vida y de las actividades humanas (Convención de Biodiversidad, 2022). Incluso el matorral, esencial para la regeneración forestal y base de complejas cadenas tróficas, sigue siendo víctima de estigmas infundados.
Estos ecosistemas son mucho más que conjuntos de árboles y arbustos: son sistemas vitales que regulan el clima, protegen los suelos de la erosión, mitigan inundaciones y albergan una biodiversidad única. Cada hectárea arrasada por el fuego conlleva la destrucción de un laboratorio natural que tarda décadas en recuperarse y cuya pérdida nos afecta a todas las personas, incluso a aquellas que no saben valorarlo.
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