Eran las seis de la mañana cuando apenas caian cuatro tímidos copos pero a medida que pasaban las horas el pueblo se fue convirtiendo en un gran manto blanco que ya por la tarde alcanzaba los doce centimetros de espesor dando lugar a bellas y espectaculares estampas, proporcianando al vista imagenes del pueblo y sus alrededores de una gran belleza.