Parece que el tiempo se ha aliado con el deporte en la capital del Tormes, y trescientos valientes han disfrutado de la primavera, del río y de la propia presa sardonesa.
Desde primera hora, una charanga ha dado la bienvenida a los senderistas, para después comer una fideuá que ha renovado la energía de los presentes. Como postre, y no solo de comida, el flamenco ha sonado para deleitar a los comensales.
Del mismo modo, aquellos que han querido disfrutar de la calidez del agua, han podido disfrutar de la piscina climatizada, para disfrutar los secretos de la ruta y de las vistas espectaculares de la zona.
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