VÍDEO | La maestría del último artesano silletero de Salamanca: madera y espadaña convertida en piezas únicas

Feliciano Martín sigue trabajando a diario en su taller de Cantalpino donde crea obras únicas con herramientas manuales y donde trenza la espadaña para hacer asientos de sillas como aprendió de sus antepasados

https://youtu.be/ANXlwpJYsSk

Hijo, nieto y bisnieto de silleteros, un oficio prácticamente extinto en Salamanca. El último de una larga saga de artesanos que, pueblo a pueblo, subsistían reparando o poniendo los asientos a las famosas sillas de enea que decoraban casi la totalidad de las casas del medio rural. Sus manos son capaces de trenzar la espadaña con la maestría de quien lo ha hecho desde niño, pero tras Feliciano Martín hay más, mucho más ya que sus manos también son capaces de trabajar la madera creando magníficas piezas únicas. Obras de arte que expone en un pequeño museo donde sillas y mesas se mezclan con esculturas, piezas de menaje o juegos infantiles en Cantalpino, su localidad natal y donde reside actualmente.

Feli aprendió el oficio de silletero viendo a su padre trenzar la espadaña. En su familia ha habido muchas generaciones de silleteros, pero él ha sido primero de todos en trabajar la madera. “Mi padre y mi abuelo eran silleteros y llevaban algunas herramientas por si había que reparar alguna silla, pero nada más”, asegura mientras nos cuenta la historia de su vida, que lo llevó al País Vasco con 17 años para trabajar en la metalurgia y después al cercano Babilafuente, donde su monte fue refugio e inspiración para su creativa alma.

Feliciano Martín, silletero de Cantalpino
Feliciano Martín, silletero de Cantalpino

“Nací en Cantalpino, pero de niño viví en Villoria, desde allí recorrí con mi padre toda la comarca trabajando como silleteros”, asegura. Fue en esos años, de la mano de su padre, cuando aprendió que la siega de espadaña se hace en julio, que después se extiende para que se seque durante 15 días, se le da la vuelta y se deja otros 15 días por el otro lado, se almacena y que, una vez almacenada en un sitio seco y sin humedad, puede durar hasta 25 años. “Reparar sillas era un complemento cuando no había labor en el campo” asegura quien podría ser de los últimos silleteros de la provincia. De hecho, los dos silleteros que recuerda, uno de Moríñigo y otro de la comarca de Ciudad Rodrigo, son “de la generación anterior a la mía, de la de mi padre, yo soy una excepción”.

Cada día, Feli se sienta en el banco de trabajo que tiene en su taller artesano. De sus manos siguen saliendo piezas de madera que sorprenden por su originalidad, sus curvas y formas únicas, sus grabados. “Le he dedicado a esto dos tercios de mi vida”, afirma, por eso le cuesta vender sus trabajos. “Esa silla puede tener 100 horas de trabajo”, afirma. Y no solo el trabajo, sino también la creatividad artística de cada pieza. “Si yo viviera en otro lugar esto se valoraría de otra forma, porque es un trabajo único, pero en Castilla no se tiene en cuenta”, confiesa.

Feliciano Martín, silletero de Cantalpino
Feliciano Martín, silletero de Cantalpino

Hace unos años habilitó un espacio de su vivienda como museo. Allí se muestran sillas, sillones, tajos, mesas, esculturas, juegos infantiles, … el trabajo de toda una vida. Lo ha hecho sin ayudas y reconoce que le gustaría que sus piezas tuvieran un espacio acorde a lo que muestran. “Cada pieza es única, significa algo para mí”, afirma. Y cada trozo de madera procede de un árbol enfermo o una madera que le han llevado sus vecinos y amigos. “Nunca he cortado un árbol, he usado madera de árboles enfermos, como cuando a los negrillos del monte de Babilafuente les entró una enfermedad y se morían, yo usaba esa madera y muchas de estas piezas están hechas con negrillo” afirma. También le llevan madera. “Como saben que la utilizo, cuando alguien quita un árbol de una finca y se acuerda me la trae”.

Feliciano Martín, silletero de Cantalpino
Feliciano Martín, silletero de Cantalpino

El proceso de creación depende de la madera que trabaje. “No trabajo con diseño o dibujo previo”, asegura “trabajo con la madera ya en la mano. Cuando veo cómo es la pieza, donde tiene los nudos decido que hacer con ella”. Un trabajo totalmente manual, en su taller no hay máquinas de corte. Sólo se salva el taladro. Todo lo demás lo hace a mano. “Trabajo igual que los egipcios, pero en vez de en la piedra, en la madera” asegura. El hacha, la escofina, las limas y las gubias para grabar sus piezas son sus útiles de trabajo, lo que le da más mérito a cada una de las piezas por la simetría lograda trabajando de forma tan artesanal. Si se le pregunta con qué pieza se quedaría de todas las que tiene, asegura que con los juegos infantiles porque le recuerdan a su niñez. Carracas, peonzas y hasta un aro realizado con madera inundan las paredes y mesas de sus estancias. También llaman la atención los peines y las múltiples bandejas o platos, morteros e incluso ambientadores.

Feliciano Martín, silletero de Cantalpino
Feliciano Martín, silletero de Cantalpino

 

De sus manos siguen saliendo piezas magníficas que crea y graba con mimo. Su mayor deseo, que su trabajo se exponga en un lugar digno donde pueda ser disfrutado.

Puedes disfrutar de muchas de las piezas que se muestran en la casa museo de Feliciano Martín en Cantalpino en la siguiente Galería de Imágenes: 

 

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