Salamanca y su valioso patrimonio sobre la medida del tiempo: la provincia atesora más de una veintena de relojes de sol
El convento de San Esteban es uno de los rincones en los que se aprecian ejemplos del que puede considerarse como el instrumento científico más antiguo que existe
El ser humano lleva miles de años tratando de medir el paso de las horas. Prueba de ello son los relojes de sol, instrumentos de gran valor histórico que, a día de hoy, constituyen parte del patrimonio y tradición científica de una provincia como Salamanca, que cuenta con más de una veintena de ejemplos repartidos por todo su territorio. Todos ellos fueron recogidos por Ángel Corrochano, doctor en Geología, en su libro "Relojes de sol en la provincia de Salamanca. Un patrimonio olvidado sobre el control del tiempo", del que nos hacemos eco en las siguientes líneas.
Para saber en qué momento surgió el empeño del hombre en medir el tiempo hay que trasladarse al Neolítico. Con el paso de la vida nómada a la sedentaria, "la humanidad necesitó tener mayor planificación y capacidad de predicción, al transformar su actividad económica desde la caza y la pesca a la agricultura y ganadería", señala Ángel Corrochano. Esa necesidad propició la aparición del reloj de sol, que puede considerarse como "el instrumento científico más antiguo" que existe.
Su funcionamiento es muy sencillo: "Mide la sombra de un gnomon (una varilla clavada en un punto fijo) sobre una superficie que tiene una escala, indicando la hora según su posición que refleja la del Sol en el firmamento". Dicha sencillez no es incompatible con la existencia de diversos diseños y clases: horizontales (el cuadrante es paralelo a la superficie terrestre), verticales (el plano es vertical, perpendicular al horizonte), cónicos, dípticos, poliédricos, de altura, esféricos y cilíndricos.
El convento de San Esteban, único edificio de la ciudad con relojes de sol
El convento dominico de San Esteban puede presumir de ser el único edificio de Salamanca capital que alberga relojes de sol. Se trata de tres cuadrantes muy diferentes: dos están instalados sobre varios sillares de arenisca, en la antigua huerta de la construcción, mientras que el tercero se encuentra en el claustro de los Aljibes. De todos ellos, Ángel Corrochano señala uno de los primeros, el ubicado en la esquina oeste, como "el más interesante y antiguo".
"Es un cuadrante muy meteorizado y se puede apreciar la forma recta del mismo con dos rectángulos, el más interior encierra las líneas horarias y el exterior conforma el perímetro del reloj. Los números arábigos están escritos en el espacio estrecho que queda entre ambos rectángulos y debía haber una inscripción pintada, por desgracia borrada por la erosión", mantiene el doctor en Geología, que añade que, con seguridad, data de finales del siglo XVII o principios del XVIII. En el mismo muro se puede apreciar un cuadrante pintado de rojo y con forma de media luna. Ambos declinan a levante, por lo que concentran más horas en la mañana.
Ejemplos en la provincia: de Candelario a Ciudad Rodrigo
Aldeaseca de la Frontera, Cantalpino, Espino de la Orbada, Peñaranda de Bracamonte y Castellanos de Villiquera son algunos de los municipios que atesoran parte del patrimonio salmantino sobre la medida del tiempo. De todos ellos, puede que el más importante sea el de Castellanos, ya que muchos defienden que es el más antiguo de la provincia al fechar de 1704. Para observalo, basta con dirigirse a la iglesia de San Juan Bautista. En la esquina suroeste de su torre, en un bloque de arenisca adosado el muro, está el cuadrante. "Probablemente, haya sido reubicado y restaurado", sostiene Ángel Corrochano sobre el reloj, al que describe como un instrumento "circular con tres anillos concéntricos. En el externo puede apreciarse el nombre del artesano relojero (L. Robles) y las horas, desde las VI de la mañana a VI de la tarde, en números romanos".
Candelario, por su parte, empata con el convento de San Esteban en número de relojes de sol. El que más ha medido el paso del tiempo (se instaló a finales del siglo XVIII o principios del XIX) y el más pequeño es el que se encuentra en la calle Armas. También destaca por su sencillez, por estar orientado al mediodía y por ser "poseedor de un frontispicio con el borde externo labrado que encierra una decoración ramosa". Los otros dos cuadrantes hay que buscarlos en el interior del mirador de una casa cerrada en la calle Domingo Estévez y en la Posada de Candelario (calle Enrique Fraile). Este último es rectangular y tiene "un marcado simbolismo local; se trata de un hombre barbudo con blusón y tocado con un pañuelo a modo de turbante, apoyado sobre el plano del reloj".
Miranda del Castañar, Montemayor del Río, Navacarros, Peña de Francia, Sorihuela y Sotoserrano son otros municipios de La Sierra con relojes de sol. En el Campo Charro se les suman otros cinco: Alba de Tormes, Berrocal de Huebra, El Maíllo, Salvatierra de Torres y Ciudad Rodrigo. La localidad mirobrigense consta de dos cuadrantes, uno de los cuales (en la calle Puerta de Santiago) se erige como "el único, entre los antiguos de la provincia, con líneas calendáricas que marcan el cambio estacional. La curva más baja del tablero es la línea sosticial de invierno y la más alta es la trayectoria de la sombra el 21 de junio en el solsticio estival". El otro, en cambio, en el acceso a las oficinas municipales del Ayuntamiento, "es un mosaico de baldosines cerámicos que conforman un reloj circular primorosamente decorado en azul, amarillo y blanco".
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