La fría mañana dominical, aderezada con la amenaza de lluvia, no fue impedimento para que varias decenas de miles personas, aunque en menor número que el pasado año, acudieran a presenciar el encierro a caballo. 
 
Todos estos miles de personas salieron decepcionados de un espectáculo que resultó uno de los fracasos más espectaculares de cuantos carnavales se han venido celebrando. Los toros de Francisco Galache, de Villavieja, habían despertado gran expectación dado el prestigio y categoría de esta ganadería, y más siendo salmantina. Además, los animales estaban bien presentados y todo hacía presagiar que el espectáculo contaría con el atractivo y belleza de que intrínsecamente goza.
 
Pero los callistas fueron incapaces de meter en el recorrido a un solo toro. El personal aguantó estoicamente el aburrimiento y el frío para ni siquiera ver los toros. Eso sí muchos caballos y bueyes que fue lo único que la gente pudo ver de este encierro.
 
Sencillamente bochornoso. El festejo no merece más comentarios, pero el Ayuntamiento tendrá que comenzar a pensar en la posibilidad de sustituir el encierro a caballo por el tradicional, como se hizo durante muchos años, al comprobar que las cosas no salían bien. Después se decidió recuperarlo, pero la  aunque la idea era buena, la cosa no acaba de cuajar. Es preferible un encierro tradicional bueno que uno inexistente a caballo.
 
Al final se tuvo que echar mano de los toros de reserva, que resultaron un fracaso más. Desde las once de la mañana que comenzó el 'festejo' hasta la una de la tarde que entró el encierro de reserva en la plaza, el aburrimiento fue solemne.

La capea matutina, siguió la tónica del día, los toros corretearon, a lo tonto,  por la arena de la plaza,  para terminar parados y sin dar juego alguno.

 

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