Sin el tradicional toque de trompeta, la figura del alguacil se aferra a la vida en los pequeños pueblos de Salamanca

Flora Sandoval Díez es una de las mujeres que en la actualidad lucha por mantener viva esta figura en un pueblo como Pelarrodríguez: “Sigo yendo a las casas para trasmitir la información de primera mano”

Flora Sandoval Diez, alguacila en Pelarrodríguez
Flora Sandoval Diez, alguacila en Pelarrodríguez

Como tantos otros oficios que en tiempos pasados tenían una reconocida labor, indispensable, la figura del alguacil, también conocido como el pregonero de las ciudades o los pueblos ha visto como con los años su figura se ha ido diluyendo, quedando obsoleta su labor en muchos rincones del panorama nacional.

Lejos quedan los años donde el alguacil hacia sonar su trompeta por los municipios charros que anunciaba que se estaba a punto de conocer una noticia de interés público para los vecinos. Un sonido que hace unos 50 años que no se escucha en las calles de los municipios salmantinos.

Flora Sandoval Díez es una de las mujeres que en la actualidad lucha por mantener viva la figura del alguacil. Hace cuatro años que desempeña esta labor en un pequeño pueblo de la comarca del Campo Charro, Pelarrodríguez, en el que se asentó coincidiendo con la época de la pandemia y del que ya no se ha movido desde entonces.

Su función en este municipio en el que durante todo el año habitan unos 150 vecinos, aproximadamente, es primordial, sobre todo para las personas de la tercera edad o que no tienen acceso a las redes sociales. Flora manifiesta que “nuestra figura es imprescindible porque desempeñamos unas tareas que sin nosotros quedarían perdidas”. Del mismo modo, asegura que “así la gente está mejor atendida porque si no hay veces, sobre todo las personas mayores, que en este pueblo son muchas, que no se enteran de determinadas informaciones que son importantes que conozcan los vecinos”.

Y aunque ahora los bandos municipales, WhatsApp o los grupos de Facebook ayudan a difundir estas informaciones a los vecinos de una forma más rápida, llegando a mucha más gente a la vez, su inmediatez no llega a ser suficiente, porque todavía, aunque parezca impensable en 2024, son muchas las personas que habitan en los pueblos que no disponen de un móvil, un ordenador o cualquier otro aparato que disponga de internet con el que poder acceder a una información inmediata por diversas cuestiones, bien sean económicas, por falta de cobertura o simplemente por desconocer cómo funciona un dispositivo tecnológico. Justamente es aquí donde la alguacila insiste en la relevancia que tiene su función: “Cuando hay una noticia importante que dar, como que se ha producido un corte de agua, o en el caso de las elecciones que a una determinada persona le ha tocado estar en la mesa electoral, yo sigo yendo a las casas donde hay personas que no están en el grupo de WhatsApp para transmitirles la información de primera mano”.

Flora Salvador Diez, alguacila en Pelarrodríguez
Flora Salvador Diez, alguacila en Pelarrodríguez

De esta manera, se deja constancia de que, pese al acaparamiento de las redes sociales, la influencia del ‘boca a boca’ sigue teniendo un gran impacto en la comunicación entre personas en nuestros días. No obstante, aunque Pelarrodríguez sigue siendo uno de los municipios donde se mantiene la esencia del ‘boca a boca’, entre las funciones del alguacil se ha perdido ya el sonido de la trompeta que antiguamente acompañaba siempre al pregonero y anunciaba, según sus toques, de dónde procedía el aviso del que se iba a informar.

Ángela, una vecina septuagenaria de Sancti-Spíritus, recuerda que “en nuestro pueblo, por los años 50, el alguacil, que se llamaba Felicísimo y vestía siempre con uniforme y gorra, se encargaba de comunicar todas las noticias del pueblo. Cuando tocaba dos veces la trompeta significaba que era un comunicado de parte del ayuntamiento y cuando solo la hacía sonar una vez eran avisos, por ejemplo, de que venían a vender algo”. También explica que cuando la información venía por parte del ayuntamiento, tras el toque de trompeta y antes de emitir la noticia, el alguacil decía “se hace saber por orden del señor alcalde…”.

Respecto a las funciones que cumplía el alguacil, Ángela indica que “se encargaba de encender el brasero de cisco, barría el ayuntamiento y recibía las órdenes que le daba el secretario y que más tarde tenía que comunicar”. Entre esas órdenes que se daban a conocer, la vecina de Sancti-Spíritus relata que se informaba a los ganaderos en qué momento tenían que partir con las vacas a la dehesa; cuándo tenían que pagar los pastos de la primavera; se avisaba también de cuándo venía el frutero y de que ese día había que cambiar las naranjas con las patatas, medida por medida. También se informaba de cuándo se realizaba el reparto de las bellotas para cebar a los cerdos para las matanzas o de cuándo despachaban los carniceros cuando tenían carne fresca.

Sin título
Sin título

Cuando alguno de los vecinos cometía un acto delictivo, cuenta Ángela que “el secretario le contaba al alguacil qué vecino había delinquido y este iba a su casa para informarle de qué día tenía que presentarse en el Ayuntamiento ante las autoridades”. Al mismo tiempo manifiesta que “cuando llegaba la octava de corpus, que era las fiestas patronales del pueblo, el alguacil se encargaba de lanzar los cohetes y de subir al ayuntamiento a tocar la campana que avisaba de los encierros y corridas de toros, así como de sacar las vaquillas del toril a la plaza”.

Unas funciones que cinco décadas después, aunque ya sin el toque de trompeta, siguen manteniendo alguaciles como Flora en Pelarrodríguez: “A parte de dar las noticias por las casas, me encargo de llevarle los papeles al secretario y de la limpieza del ayuntamiento y el centro médico, así como de cuidar los jardines de la plaza”.

Una encomiable labor de la que se encarga sola durante todo el año, haga calor o haga frío, para que el pueblo se mantenga en orden, contando únicamente con ayuda en la época estival, donde dice que “se contrata a dos personas para que se encarguen del mantenimiento y limpieza de las calles”.

Respecto al trato con sus vecinos, Flora asegura que es “cercano” y “muy bueno”, afirmando que “conozco bien a la gente y me llevo bien con todo el mundo”, y reconociendo que “como yo soy la persona que siempre anda por el pueblo, me preguntan a mí, por ejemplo, a qué hora viene el médico, el secretario, o me trasmiten los problemas o quejas que tienen, aunque luego hay que dárselas a conocer al alcalde”.

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