Un 24 de julio negro en Salamanca: el crimen de la pensión Bárez

El 24 de julio de 2006, en la calle Meléndez, dos hombres acabaron de manera brutal con la vida de Isidora, la propietaria de la ya desaparecida pensión Bárez

Crimen Pensión Bárez. Foto de archivo Salamanca24horas.com
Crimen Pensión Bárez. Foto de archivo Salamanca24horas.com

Hundida en una fachada de piedra dorada que suda bajo el implacable sol del verano salmantino, una simple puerta de madera desgastada pasa desapercibida ante los ojos de los viandantes de la calle Meléndez. A su derecha, dos números colocados de forma desordenada e irregular: un quince y un diecinueve.

Basta inclinarse ligeramente hacia la cerradura más grande, supurante de telarañas y óxido, para ser consciente de que algo permanece ahí atrapado.

Un hedor agrio, una mezcla de olor a humedad y polvo, brota de las entrañas del lugar. Aparentemente, no es más que un edificio abandonado en una de las arterias de Salamanca sin embargo, lo que hoy no es más que el esqueleto de una antigua pensión, hace diecinueve años fue el escenario de un asesinato perpetrado con una violencia desmesurada.

El crimen de la pensión Bárez: cronología de los hechos

Isidora Martín Sánchez, de 40 años de edad, era la propietaria de la Pensión Bárez, ubicada en el número 15-19 de la calle Meléndez.

La noche del 22 de julio de 2006 se registraron dos hombres en la pensión: N.N y V.N, ambos de nacionalidad rumana. Lo que siguió fue una maniobra tan brutal como despiadada.

Corría la madrugada del 24 de julio de 2006. N.N y V.N, quienes compartían habitación, simularon una avería en el radiador de la misma y llamaron a Isidora.

Antigua pensión Bárez
Antigua pensión Bárez

La mujer, sumida en la confianza habitual con la que desempeñaba sus labores diarias, acudió al dormitorio; una vez allí, N.N y V.N comenzaron a golpearla en la cabeza y en los costados -llegando, incluso, a emplear el propio radiador con este fin- y uno de los agresores se sentó a horcajadas sobre su pecho. También le introdujeron en la boca una tira de sábana de más de medio metro de longitud, parte de la cual la víctima tragó, ahogándola.

Después, maniataron y amordazaron su cuerpo, cerraron la habitación con llave, rompieron las páginas del registro de viajeros -tratando de borrar así cualquier rastro- y robaron 200 euros en efectivo y objetos personales valorados en otros 417. Hecho lo anterior, huyeron.

Una fuga de apenas unas horas y otra de años

El intento de fuga poco duró para V.N, puesto que fue detenido en Valladolid al día siguiente de cometer en el crimen; concretamente, las autoridades le interceptaron en su propio domicilio. Allí, los agentes recuperaron algunas de las joyas robadas. Por otro lado N.N, su secuaz, logró eludir la justicia hasta 2012, cuando fue arrestado en Bucarest gracias a una orden de detención europea. Para entonces, el caso ya acumulaba miles de páginas de instrucción.

El juicio contra V.N. se celebró en 2008. La sala le encontró culpable de asesinato, por lo que se le impuso la condena de diecinueve años y medio de prisión. Asimismo, también fue condenado a 3 años y medio por robo con violencia. Años más tarde, el 16 de julio de 2013, la Audiencia Provincial de Salamanca acogió el juicio contra N.N.

La sala se convirtió en un tablero de ajedrez legal: acusaciones cruzadas y pruebas controvertidas.

Puerta antigua  pensión Bárez
Puerta antigua pensión Bárez

V.N., ya preso, se desdijo: declaró que no actuó solo y que había estado cubriendo a su compatriota. N.N. replicó que él no tuvo parte alguna en el crimen y que su presencia en la pensión fue circunstancial.

La Fiscalía mantuvo que ambos participaron, señalando que las lesiones encontradas en el cuerpo de Isidora -con hematomas múltiples y signos de sujeción- difícilmente podían haber sido provocadas por una sola persona.

La sentencia fue implacable: N.N también fue condenado a diecinueve años y medio de prisión al considerar la sala que ambos hombres habían participado activamente en el crimen.

Hoy día, 19 años después, la fachada continúa allí, entre comercios bulliciosos y el paso indolente de turistas y estudiantes. Es fácil pasarla por alto. Pero quienes conocen la historia se detienen un segundo más de lo necesario.

La pensión Bárez, aquel discreto alojamiento en el centro de Salamanca en el que el 24 julio de 2006 la violencia irrumpió con la frialdad de aquellos que no tienen otro propósito que arrebatar lo poco que se tiene, cerró sus puertas hace años.

Pero la crónica negra nos obliga a recordar que detrás de cada caso, hay una persona a la que la historia no puede olvidar.

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