Condenado el mayoral que fingió un asalto en una finca ganadera de Cortos de la Sierra

Deberá pagar una multa económica durante 9 meses que asciende en total a 2.430 euros. Durante la vista celebrada el pasado 23 de mayo, el joven D.M.G. declaró que en ningún momento le dijo a los agentes de la Guardia Civil que los asaltantes se hubieran llevado becerros, sino que "en el vehículo en el que huyeron, se escuchaban ruidos que podrían proceder de animales"

 Cortos de la Sierra
Cortos de la Sierra

La magistrada del Juzgado de lo Penal número 1 de Salamanca ha condenado a D.M.G., un hombre que trabajó como mayoral en la finca de una importante ganadería de reses bravas, situada en la pequeña localidad de Cortos de la Sierra; y que fingió un violento asalto de cinco encapuchados. La juez le considera autor de una simulación de delito y el ahora condenado debrá pagar una multa económica durante nueve meses que asciende a 2.430 euros en total.

Los hechos sucedieron el 18 de marzo de 2015 en la citada finca, cuando D.M.G. fue encontrado malherido sobre las 08:30 horas. El joven relató al propietario de la finca y a la Guardia Civil que había sorprendido a un grupo de personas encapuchadas en el lugar, y había recibo una brutal paliza, llegando incluso a ser amenazado con un arma de fuego por los asaltantes.

Las investigaciones posteriores realizadas por la Guardia Civil desenmascararon al acusado y concluyeron que el mayoral se lo había inventado todo —llegando incluso a provocarse heridas para aportar verosimilitud a su relato— debido a que no se atrevía a decirle a sus jefes que no había atendido bien las reses y muchas se le habían muerto.

Durante la vista celebrada el pasado 23 de mayo, el joven D.M.G. declaró que en ningún momento le dijo a los agentes de la Guardia Civil que los asaltantes se hubieran llevado becerros, sino que "en el vehículo en el que huyeron, se escuchaban ruidos que podrían proceder de animales". Eso sí, ratificó el relato del asalto indicando que los encapuchados le habían llegado a amenazar con una pistola en la cabeza.

Por su parte, uno de los dueños de la ganadería para la que trabajaba el mayoral, citado como testigo en el juicio, manifestó que días después de los hechos iban a herrar a los animales, por lo que con total seguridad descubrirían que muchos animales habían muerto de inanición. Los diferentes peritos y agentes interrogados explicaron que en la finca aparecieron "numerosas" reses muertas, algunas enterradas y otras apartadas en rincones que, a simple vista, no eran visibles.


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