Los hechos se produjeron sobre las cinco de la madrugada en una vivienda del camino Hornillos, en el barrio de las Flores de Valladolid, conocido por ser uno de los epicentros del narcotráfico en la capital pucelana. Los agentes procedían a detener al joven dentro de la operación para esclerecer la autoría del disparo en el cuello a H.G.L., de 32 años, que a punto estuvo de matarlo y le ha dejado secuelas para toda la vida.
Al ver a los agentes, el pistolero amenazó a los agentes con una escopeta, por lo que los guardias civiles repelieron los disparos con sus armas reglamentarias. R.J.R. resultó herido en una pierna, debiendo ser traslado al hospital Clínico de Valladolid, al igual que la joven con la que se encontraba, L.S.S., de 32 años, herida en una mano. Por su parte, los agentes salieron ilesos del tiroteo. En principio no se teme por la vida de ambos, pues los disparos no se dirigieron a órganos vitales y no revisten gravedad. En el posterior registro del domicilio, además de la escopeta, cargada con dos cartuchos, se halló una pistola cargada junto con munición del calibre 38.
Detenido un vigilante de seguridad condecorado meses antes
Además, la Guardia Civil ha detenido posteriormente a un vigilante de seguridad, P.H.H., como presunto cómplice y encubridor de R.J.R. (ambos ex porteros en locales nocturnos de Salamanca) durante la huida tras disparar a H.G.L. Se da la circunstancia de que este vigilante de seguridad fue premiado por la Guardia Civil el pasado mes de octubre durante el día del Pilar junto a otros vigilantes de otras empresas por su colaboración ciudadana, algo de lo que en esta ocasión ha carecido al ser imputado como encubridor.
Tanto víctima como agresor fueron integrantes de la misma banda, siendo encarcelados ambos por diversos delitos. El distanciamiento se habría producido por motivos de una deuda, según explican fuentes de la investigación, de ahí que al solicitar H.G.L. el dinero de una manera que no gustó a R.J.R., éste hubiera reaccionado de forma violenta. Así, la Guardia Civil descarta que el tiroteo de Los Villares esté relacionado con otros registrados días antes, a finales de noviembre, en Chamberí y Pizarrales por motivos de un destierro entre familias de etnia gitana.
Ajuste de cuentas
El joven cayó desplomado sobre el suelo mientras el agresor huía rápidamente del lugar entre el desconcierto de algunos testigos que rápidamente avisaron al 112 para que enviara una ambulancia. "Le pregunté qué ha pasado, por qué te han disparado, pero sólo decía que no sentía las piernas, que se estaba mareando. Ha sido de repente, sólo le dijo, eh, tú, y le disparo al cuello. Salía mucha sangre y la ambulancia no llegaba, es un rato que ya no se me olvida", recordaba entonces una de las personas que atendieron al herido hasta la llegada de los servicios sanitarios. Durante un mes H.G.L. estuvo entre la vida y la muerte, pero los médicos pudieron extraerle la bala y salvar su vida, no sin sufrir secuelas en su movilidad.
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