Soñar con el futuro sin olvidar el pasado: la historia de un salmantino en Zagreb

Ignacio Sanz es un salmantino que en enero de 2017 decidió emprender su marcha a Croacia movido por una suculenta oferta laboral. Tras dos etapas en Madrid y Barcelona anteriores, dio un paso más difícil con la convicción de saber que era para su bien. Aunque sean varias las cosas que echa de menos, su rápida adaptación y las características de Zagreb han hecho que la experiencia sea algo positivo con lo que seguir creciendo como persona

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Con la idea de vivir nuevas experiencias y retos, Ignacio Sanz viajó a Zagreb hace ya casi año y medio. Fue en enero de 2017 cuando lo hizo después de dos periodos anteriores en Madrid y Barcelona. En su caso lo hizo a través del trabajo, ya que le surgió una "atractiva oportunidad laboral para trabajar para la empresa más importante del país en asuntos de consultoría tecnológica relacionados con el mercado de la energía".

Ante esta oportunidad, decidió emprender una marcha que nunca es fácil pero que resultó más sencilla "debido a que el estilo de vida croata no es tan diferente al español". Eso sí, siempre se echará de menos la tortilla de patata o el jamón a pesar de la gastronomía variada y mediterránea.

Sin embargo, pese a ello y los sentimientos encontrados, volver actualmente no entra dentro de sus planes. Como cuenta, "estar fuera y conocer trabajadores de mi gremio de otros países te hace abrir los ojos y darte cuenta de que el mundo de las tecnologías en España es de los más demandados y no se valora con suficiencia comparado con otros países".

A ello se le une el objetivo de no cerrarse puertas y desafiarse a sí mismo con nuevos retos que engrose su currículo de cara al futuro. Por eso, aunque Salamanca siempre será su casa, no es el momento de volver. "Temas como el seguir aprendiendo y descubriendo, formarme en nuevas áreas que potencien mi perfil de trabajador, me llaman más que el mero hecho de volver a Salamanca por estar 'en casa'".

Así, con trabajo y la experiencia que va ganando, sumando a una primavera y verano amables, "con terrazas siempre llenas" asegura estar contento con la decisión tomada. Además, la alegría también la denotan las bicicletas, los festivales de comida y de cerveza, así como la cantidad de deportes a practicar. En el invierno, en cambio, el frío obliga a buscar otras alternativas, aunque "la singularidad de Zagreb de encontrarse a los pies de una estación de esquí, permite disfrutar del deporte". El ocio nocturno, en cambio, es mejor en la zona de la costa, como cuenta.

A pesar de todo, eso sí, también tiene su parte nostálgica el estar a tantos kilómetros de tu ciudad. "Evidentemente, lo peor de una experiencia en el extranjero como esta es estar alejado de tu familia, amigos y la gente que más quieres. A pesar de no tener queja alguna de vivir en Croacia, salir de la zona de confort supone sacrificar algunas cosas". 

La historia de este salmantino emigrado, de esta manera, es la de todos aquellos que, no sin saber lo que se dejaba atrás, mira hacia el futuro sin poner límites a los sueños. Sabe que algún día volverá pero cuando esto ocurra, quiere ser una persona más abierta y profesional. En Salamanca, desde luego, siempre tendrá su casa. 

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