El nuevo Hospital Clínico Universitario contará con una zona y enfermeras específicas para los niños con cáncer

Actualmente tienen un departamento aislado de cuatro habitaciones individuales en la tercera planta, lo que obliga a realizar ingresos en Pediatría cuando se saturan.

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El servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca mejorará sus instalaciones y prestaciones en el futuro Hospital Clínico Universitario que se está construyendo junto al actual. Si ahora dispone de cuatro habitaciones que necesitan ser aisladas del resto de la tercera planta del edificio, en el nuevo contará con una zona exclusiva para los niños con cáncer que contendrá un aula educativa y una sala de juegos propias. “Esto evitará contagios y reducirá el riesgo de que los pacientes contraigan infecciones”, cuenta a SALAMANCA24HORAS Maika Mendoza, médica adjunta de la unidad de Hemato-Oncología Pediátrica del Clínico. Junto a ella trabajan las doctoras Almudena González y Susana Riesco. Las tres tendrán en este destino la ayuda de enfermeras que se dedicarán exclusivamente a esta área.

El día a día de las componentes de la unidad de Hemato-Oncología Pediátrica comienza con una revisión de los niños ingresados y con pautar sus tratamientos, a lo que se añade estar pendientes de los pacientes que se encuentran en consulta o en la unidad de Trasplantes. Prosigue con una reunión que comienza entre las 9 y las 9 y media de la mañana para que las tres médicas conozcan el estado de los enfermos, misma circunstancia que repiten entre las 14 y las 14:30 horas. “La comunicación entre nosotras es muy importante porque el peso específico de cada niño es alto. Requieren revisiones, analíticas… Es fundamental estar al día con todos los casos. Por eso, también tratamos de continuar formándonos y conversamos con especialistas de otras comunidades autónomas, ya que el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca es centro de referencia en trasplantes pediátricos en Castilla y León”, afirma Mendoza.

Desde su puesto, esta médica ha podido comprobar de primera mano los avances que se han incorporado a la atención de niños con cáncer, entendiendo como tales a los menores de 14 años (si bien hay casos de adolescentes que necesitan ser seguidos por estas pediatras al haber comenzado el proceso con ellas): “Se han mejorado los tratamientos de soporte, sobre todo en el manejo de infecciones, el manejo nutricional y el manejo del dolor. De hecho, todos los procedimientos dolorosos se hacen ya en la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) con sedación. Los protocolos avanzan y se ponen al día. En Castilla y León se está dando valor a que existan unidades paliativas de pediatría domiciliaria. Ahora se investiga más, pero es necesario potenciarlo”.

Maika Mendoza

La leucemia, los tumores del sistema nervioso central y los linfomas son, por este orden, los tipos de cáncer que más sufren los niños. Independientemente de cuál sea el que afecte a cada paciente, Maika Mendoza destaca la importancia de hacer un seguimiento posterior a curarse: “Es raro que demos el alta antes de que casi sean mayores de edad. Tenemos que estar muy pendientes de quienes han recibido quimioterapia, radiología o un trasplante”.

El trabajo de los que se dedican a sanar a estos niños requiere compaginar los conocimientos médicos con la empatía. “Es una de las especialidades en las que existe un trato más individualizado con los pacientes y sus familiares. Yo intento ser cariñosa con los chicos, juego con ellos y les invito a ser optimistas. Pero también trato de normalizar la situación porque los padres son los primeros que lo hacen. Además, los jóvenes suelen tolerar los tratamientos mejor que los adultos”, confiesa la doctora. “Sin embargo, existen momentos malos, como cuando tienes que comunicarle a una familia que las posibilidades terapéuticas se van o que un niño ha sufrido una recaída. Es delicado porque sueles conocer al paciente desde hace tiempo”, explica Mendoza.

Aún así, seguirá dedicando sus esfuerzos al oficio y especialidad que le gustaban desde que estudiaba Medicina porque considera que los chicos a los que trata y sus allegados lo merecen: “Es muy bonito que vengan a saludarnos o a felicitarnos las navidades años después de recibir el alta. Me asombra la fortaleza que tienen los padres y de los niños me quedo con un aspecto: sus ganas de vivir”.

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