La vuelta a los orígenes de la calle San Pablo: historia, cambios de nombre y mucha cultura

Su nombre lo ha albergado durante mucho tiempo, aunque de manera intermitente, desde el siglo XIX. Anteriormente se encontraba dividida por la plaza de San Adrián, actualmente Colón. En ella se encuentra parte de la historia sobre la que se construye Salamanca y un sinfín de palacios, hoy sedes de instituciones. Restos arqueológicos, unas grandes vistas y un futuro cultural predecible hacen de esta vía una de las más importantes de la ciudad

 San Pablo Salamanca en el Ayer
San Pablo Salamanca en el Ayer

La calle San Pablo es una de las más sonadas de Salamanca. Por ella, actualmente de salida de la ciudad, circulan numerosos vehículos todos los días por un asfalto que no siempre fue así. De hecho, no hay que remontarse muy atrás para encontrarse con los adoquines que adornaba una calle llena de palacios. La Salina, sede de la Diputación, es solo un ejemplo de ello, pero Orellana, Castellanos o la Torre de Abrantes todavía se dejan ver después de las continuas modificaciones de una vía extensa en espacio y tiempo. 

Esta céntrica vía, de hecho, no fue tal hasta el siglo XIX y toma el nombre del santoral y del antiguo pórtico de la muralla en la zona que actualmente es Rector Esperabé. Allí se ubicaba la puerta de San Pablo, una de las diez que daban entrada a la ciudad. 

Pero no siempre ha sido así. Anteriormente a ello, la vía se dividió en varias zonas con distintas denominaciones. La plaza de San Adrián, que ahora es Colón, no sin antes coger nomenclaturas como de los Menores y de la Hierba, separaba las calles Albarderos y Escuderos hasta que a mediados del siglo XIX ya se unificó en una sola tomando la apariencia que hoy disfrutan salmantinos y visitantes. 

Su relevancia va, incluso, más allá de su historia y todo su patrimonio. Desde San Polo, se pueden visitar en la calle los numerosos palacios que se encuentran en la zona y vislumbrar el convento de San Esteban, con la misma lejanía que se encuentran la Casa de las Conchas y la Clerecía. Al fondo, además, adorna la propia calle la Plaza Mayor, no sin antes caminar por la plaza Poeta Iglesias. 

Eso sí, incluso unificada, la calle San Pablo dejó su nombre de santoral para adecuarse a la realidad de España. En plena Guerra Civil cambió el nombre para llegar a llamarse Mártires de España y Mártires de la Paz, nombre que mantuvo hasta 1980, cuando se le devolvió su antiguo nombre en honor del apóstol nacido en Tarso y fallecido en Roma cuya historia también deja relevantes momentos. No en vano, se trataba de un enemigo de los cristianos hasta que Jesús resucitado le convirtió. Fue decapitado con Nerón de emperador.

Pero su historia va mucho más allá. Albergó la Comisaría en tiempos de Franco, en concreto el edificio que hace esquina con la plaza de Colón en su parte más cercana a la Plaza Mayor. Por su suelo han pasado y pasan grandes literatos e históricos españoles e internacionales. De hecho, incluso desconocidos. 

Es fácil imaginarlo pese a la lejanía del tiempo. Tanto como 2.000 años. Y es que hace escasos dos años descubrieron restos arqueológicos en la citada calle con la esquina de San Buanventura. En concreto, una calzada del Imperio Romano del siglo I, que continuaba con otros restos ya aparecidos en la llamada Casa de los NIños de Coro. 

Y como toda la historia vuelve, la calle San Pablo está destinada a volver a ser todavía más cultural. Hace escasos días, en la cuesta de Carvajal, junto a la citada vía, se inauguró el Centro de Interpretación de los Recintos Fortificados Históricos, que se unirá a la también anunciada Torre de los Anaya. Para culmen, San Esteban inaugurará un mirador en el que se podrá ver la belleza salmantina, entre la que se encuentra San Pablo, histórica vía con mucho futuro. 

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