Torero ledesmino, de raza. Domingo López recibió un caluroso y sentido homenaje en su localidad natal. Además, en un momento muy especial, justo el día en el que la Plaza de Toros de la villa de Ledesma cumplió cien años. El torero, en todo momento, estuvo arropado por amigos, familiares, vecinos de Ledesma y gente del mundo del toro. Su nombre permanecerá, ya para la historia, en los muros de tan singular plaza.

En Ledesma ya se celebraban corridas de toros desde tiempo inmemorial. De hecho, y según reza la historia, se conoce que estas celebraciones surgieron en la localidad a mediados del siglo XVII. Por lo menos, es lo que reflejan los datos más antiguos sobre esta fiesta. En esa época ya se corrían toros en las fiestas del Corpus, en las festividades de algunos santos o para agasajar al Conde de la villa de Ledesma o a algún personaje relevante. No sería hasta comienzos del siglo XX cuando los festejos taurinos tuvieran lugar también en la feria de la Ascensión, en mayo, el domingo y el lunes posteriores al jueves del Corpus y en la feria de ganado de septiembre.

Anteriormente, las corridas de toros se llevaban a cabo en el Patio de Armas de la Fortaleza y en la Plaza Mayor. Así sucedería hasta que en 1914 un grupo de ledesminos crearan una sociedad anónima para construir el proyecto de Santiago Madrigal. La Plaza se inauguró el 14 de mayo de 1915, con una corrida en la que se lidiaron reses de los Mellizos y Fuenteliante, por los matadores Pacomio y Malla. Una plaza que, incluso, que supera en aforo al número de habitantes de la localidad donde se asienta. Aunque al principio no supuso un salto de calidad en los festejos, a día de hoy es un referente taurino en la provincia y fuera de ella.

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