Noble corrida de los toros de Capea en Alicante

21 jun 2012 - 09:29
Noble corrida de los toros de Capea en Alicante
Noble corrida de los toros de Capea en Alicante

Fue festejo amable, acorde con el carácter festivo y efusivo de la afición levantina, agradecida como pocas al esfuerzo de los matadores. La corrida de Capea, noble pero con la raza al límite, dejó estar mucho a la terna que entretuvo al público y se repartió tres orejas de forma equitativa, pero dio la impresión que con un poco más de empuje en sus embestidas hubieran dotado de más entidad e importancia a lo sucedido en el ruedo. según informa www.mundotoro.com

 

La primera oreja del festejo fue a las manos de Padilla, que tiró de recursos para dar fiesta al cuarto, toro con más volumen, que descolgó de salida pero su medida raza le hizo consumirse pronto. El jerezano cubrió con variedad los tres tercios, se encajó por momentos sobre el pitón derecho y aseguró el trofeo entre los pitones cuando el ejemplar agotó sus energías. Noble y entipado, el murube que abrió plaza tuvo nobleza y ritmo, pero careció de empuje. Quizá por ello no acabó de llegar al público una vistosa faena de Padilla, tuvo en la limpieza y la ligazón sus mayores virtudes. Incluso hubo postre de rodillas.

 

Fandi formó un alboroto en el tercio de banderillas del segundo. Más en la preparación y la resolución de cada par  -en el tercero puso en pie a la plaza tras andarle para atrás de frente con la palma en el testuz- que en los embroques, pues no todos los palos quedaron en lo alto. La faena resultó un tanto desigual, tanto como la embestida del toro, que tuvo un viaje más claro y largo por el pitón derecho. Al quinto le volvió a montar otro taco en un segundo tercio coronado con un cuarto par al quiebro citando de rodillas. Luego el toro buscó tablas tras el inicio de rodillas en los medios y Fandi se fue a la  guarida del animal y jugó con las querencias en una faena vibrante, de alto contenido pirotécnico, para la que se demandó de manera insistente el segundo trofeo.

 

Brindó Manzanares el tercero al fotógrafo Cano y como el matador alicantino hizo salir al ruedo a su paisano, Padilla desde el callejón y con la cámara del homenajeado, ejerció de improvisado reportero e inmortalizó el momento. Luego el toro, deslucido y sin entrega, impidió el lucimiento de Manzanares, que además no anduvo fino con los aceros. En el sexto compartió el tercio de banderillas con sus compañeros y brindó al público, pero sus esperanzas se desvanecieron pronto porque el animal pronto se fue a la tapia. Allí se justificó el alicantino en muletazos circulares y su esfuerzo fue recompensado con una oreja tras una estocada cobrada en la suerte de recibir.

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