Tarde lluviosa en Ciudad Rodrigo, se había ya iniciado la lluvia por la mañana tras el encierro. En los carteles estaba anunciado Enrique Ponce, que pese a haber anunciado su retirada de los ruedos el pasado año, está ultimando los últimos festejos para decir adiós a los ruedos, y quiere despedirse de todo el público, no es de extrañar pues el de Chiva es un maestro de maestros, 36 años enfundándose el traje de luces, desde su debut con picadores.
Miróbriga para el Sábado de Carnaval tenía preparado un cartel de figuras, con Ponce hacia el paseíllo Alejandro Talavante y Juan Ortega, ahí es nada. Con ellos la novillera Raquel Martín caminaba con paso firme en el paseíllo y muchas ganas de torear como adelantaba a la hora del sorteo.
Las reses de otro figurón del toreo que viajó este sábado hasta el Carnaval del Toro, Julián López ‘El Juli’, la ganadería El Fleixo.
Lanceó Enrique Ponce al primer Fleixo en pisar la arena de Miróbriga, se lo hico suave, primando el mimo con el percal para después de brindar al público y pedir calma, plasmar una obra donde primó la diestra. De nuevo todo suavidad en las manos de Ponce frente a un novillo de capa negra, noble, que humillaba pero al que le faltó resistencia. Toreó Ponce, no como le hubiera gustado seguramente, pero aceptó la propuesta de Ciudad Rodrigo y se despidió, incansable, exprimiendo al máximo a su oponente. Pinchó en el primer encuentro en la suerte suprema y escuchó las palmas de la afición.
Tras la tregua en el primer toro, se dejaron ver los paraguas en el turno de Alejandro Talavante, un astado más alto y de capa negro bragado, con el que el extremeño se metió en materia ya desde los inicios con el capote, a la Verónica. Apenas se le picó en el caballo, a petición del público y con la aceptación del diestro. Se llevó el sorteo Talavante, que a la hora de la muleta ya había visto las virtudes de la res de El Juli. Escuchó los olés y las palma de la afición mirobrigense, entendida y exigente, por cierto. Con el bravo y también exigente, valga la redundancia, del Fleixo no hubo nada que objetarle a Talavante que corrigió algún pequeño defecto del astado formándole un lío, y cómo no con la quietud como marca de la casa. Una oreja.
Más apretado salió el último de los del Fleixo para los matadores, en este caso Juan Ortega al que puso en apuros, desarmándole, con el percal. Salió en su defensa uno de sus subalternos que lidió al astado con solvencia y mucha eficacia. Empujó solo con el pitón izquierdo este castaño en la suerte de varas ejecutada por el varilarguero salmantino Óscar Bernal. Se escucharon los pitos al caerse el astado.
Regresaba Ortega a este coso de tablaos, aunque no le acompañó la suerte. Nada tuvo que ver este castaño con el toro de Talavante, defensivo y protestón. Sin opciones Ortega no se dio coba y lo pasaportó con prontitud. Silencio.
Al único colorado se enfrentó Raquel Martín, con el que tuvo un susto de recibo. Venía brusco y como un tranvía el del Fleixo que la arrolló, arrebatándole el percal del que salió ilesa. Un feo que también le hizo a uno de sus banderilleros después. Se repuso la torera, el valor es marca de la casa. Más tarde volvió a generar la tensión en los tendidos y en el ruedo, la volvió a arrollar, volteándola, pero insistente volvió Martín a la cara entre los ánimos de un público muy arropador.
Tecloso, no se lo puso nada fácil el colorado al que le puso corazón levantando la faena, y robándole varios muletazos meritorios con la zurda. Se atascó con los aceros, que le privaron de trofeo. Ovación.
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