Cuatro catedráticos reivindican la “vanguardia intelectual” de las universidades contra el franquismo aunque limitan su impacto por la “falta de apoyo social”

Representantes de las cuatro universidades públicas de Castilla y León alaban “el talento y el talente de la política de aquel momento, que estuvo a la altura del hecho histórico”

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Francisco Franco | EP
Francisco Franco | EP

Catedráticos de Derecho e Historia de las cuatro universidades públicas de Castilla y León reivindicaron este viernes la “vanguardia intelectual” que los centros académicos superiores supusieron con sus movimientos contra el franquismo en los años 70, aunque limitaron su impacto por la “falta de apoyo social” hasta la Transición.

Así lo defendió el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca, Francisco de Luis, durante la celebración de la mesa redonda 'Transición y universidad' enmarcada en la jornada organizada por la Junta 'Memoria de nuestra democracia', señalando a los movimientos estudiantiles y del profesorado durante los años 70 como “favorecedores del cambio de la dictadura a la democracia”, pero también sosteniendo que “la capilaridad de las reivindicaciones estudiantiles en la sociedad fue muy limitada” y, en ocasiones, “se exagera”.

“Pudo ocurrir en Barcelona o Madrid, pero no en Salamanca”, manifestó el catedrático de Historia Contemporánea de la Usal, que recordó que la sociedad salmantina, al igual que en muchas capitales de provincia española, “era moderada y le preocupaban las movilizaciones estudiantiles”, mientras que los alumnos y profesores vivieron aquellos años “de manera intensa para acabar con la dictadura y traer un sistema de libertades”.

No obstante, De Luis matizó que las reivindicaciones eran “inicialmente de corte académico” contra reformas previas que, no obstante, “sí contribuyeron a la reforma universitaria” que, no obstante, tuvo que esperar a que “cambiase el sistema político para llegar a los cambios profundos que operaron en el ámbito universitario”.

En la misma línea se pronunció el catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Burgos, Julio Pérez, que recordó como “la torre de marfil de la intelectualidad universitaria no penetraba en la sociedad”, siendo además el número de universidades de aquellos años “muy reducido” con respecto a la expansión actual de las universidades.

Sin embargo, sí reconoció el catedrático de Derecho Procesal de la UBU que esa situación “ahora ha cambiado” y la universidad “ha ido pareja a la sociedad, que le exige más responsabilidad y retos”, porque en estos años tras la Transición “la universidad ha servido de ascensor social y la reivindicación del hijo del obrero a la universidad se ha hecho realidad”.

No obstante, también hizo autocrítica al señalar que las universidades, en la actualidad, “en algo estamos fallando al no transmitir a los alumnos que su capacidad de decisión es importante” al revelarse que después de “años reivindicando la participación de los estudiantes, ahora para las elecciones de representantes universitarios no llega a un 20 por ciento” porque los alumnos “no ven o perciben que pueden tomar decisiones”.

Importancia de los protagonistas

Retomó esa idea el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid, Juan María Bilbao, al afirmar que echa de menos “la implicación de los alumnos” de aquel momento en el actual, así como “el talento y el talante de la política de ese momento, que estuvo a la altura del hecho histórico dando un ejemplo de sensatez y sentido de la responsabilidad”, frente a un sistema político actual “esclerótico e incapaz de responder a los nuevos conflictos” por su “desfase con una sociedad que se ha ido modernizando”.

Además, Bilbao retomó la idea inicial para señalar que “es verdad que en las universidades vivíamos una ficción” dado que “la capacidad de movilización de la oposición antifranquista era muy limitado”, pero contravino los relatos que cuestionan la Transición porque en ella “fue muy importante la decisión de determinados protagonistas, como el rey, Adolfo Suárez o Santiago Carrillo”, dado que “el final no estaba escrito y aunque salió bien, en ello tuvo mucho que ver que fue una Transición bajo control”.

Por último, en una mesa redonda que bajo el título ‘Transición y universidad’ estuvo moderada por la periodista de RNE, Ruth Rodríguez, la catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad de León, María Esther Seijas, apuntó la “singularidad” de León en aquel proceso como universidad creada en un proceso “paralelo y que se entrecruza” con la Transición.

Además, también hizo mención a los aportes que la universidad tuvo no solo con el proceso de la Transición, sino también en el de la configuración del Estado de las Autonomías, que también la Universidad de León vivió en una andadura “pareja al proceso autonómico” y al que benefició con “ese impulso inicial” con la conexión “autonomía-universidad”.

Por último, y en relación a los estudiantes actuales, la catedrática de Derecho Constitucional de la ULE envió un mensaje de que “la Transición y la Constitución son procesos vivos y aunque fuesen más enérgicos entonces, hay que mantener hoy esa empatía constitucional”.

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