Nunca es fácil perder a una madre pero se pueden ocurrir pocas cosas más duras que hacerlo a dos mil kilómetros de distancia. Alberto Suárez, un exalumno de la Universidad Pontificia, de la Facultad de Comunicación, vivía en Ámsterdam cuando el 12 de enero recibió la llamada de su padre. A su madre se la había llevado un cáncer después de que ella consiguiera derrotarlo anteriormente.
Sin embargo, como el propio Alberto cuenta, regresó con más fuerza y la dejó sin poder volver a hablar ni comer "con un agujero practicado en la laringe a través del que tosía hasta las lágrimas. Ella, una mujer sana que nunca en su vida había fumado" y que, además, acabó pidiendo perdón en una libreta por hacer sufrir a sus seres queridos. "Ese es el último recuerdo que tengo de una mujer buena y entregada a los demás, alguien que daba todo sin esperar a cambio".
A esta dura y emotiva historia le han seguido dos años en los que la Tierra siguió girando y en la que Alberto continuó su vida. Se mudó a Málaga pero nunca pudo volver a su casa, a Candás, en Asturias. Se recluyó en sí mismo intentando escapar de una realidad injusta. "Tenía miedo a enfrentarme a la vida. Miedo a volver a casa".
Ahora ha conseguido encontrar el valor para regresar y ha decidido hacerlo de la manera más práctica posible para que nadie tenga que sufrir sus últimos dos años y medio. El próximo 12 de julio se retará a sí mismo y a todos los que quieran colaborar con un viaje en el que recorrerá la península a pie, 946 kilómetros en el que quiere recaudar diez euros por kilómetro que irán destinados íntegramente a la Asociación Española Contra el Cáncer para seguir #UniendoMaresContraElCancer. Toda su historia y el reto se podrá seguir en su página de Facebook y su perfil de Twitter.