El legado personal de Carmen Martín Gaite volvió a Salamanca, su casa, en febrero de este año. Una casa ubicada en la plaza de los Bandos, al igual que la de su infancia, donde empezó a escribir sus primeras palabras y a mostrar sus dotes creativas. Una casa llamada Centro Internacional del Español, erigido en el que fuera el antiguo Banco de España y cuyas cámaras se han vacíado de lingotes de oro para dar cabida a 96 libros, unos 1.400 manuscritos y 4.700 fotografías de la autora salmantina.
En la ya de por sí segura cámara acorazada del sótano de CIE hay tres salas cerradas con llave y, en el interior de las mismas, decenas de archivadores clasificados y contenedores de los fondos de Carmen Martín Gaite. A ellos solo pueden acceder investigadores y estudiosos de la vida y obra de la escritora, por lo que Salamanca24horas se ha adentrado en lugar de la mano de Luis Barrio, director del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de Salamanca, para acercar algunos de los tesoros que albergan a nuestros lectores.
Tesoros guardados bajo llave
Abrir cualquiera de los archivadores anteriormente nombrados es asomarse a un pasado lleno de creatividad y talento, descubrir maravillosas e inesperadas sorpresas, como la felicitación que Carmiña le hizo a su padre por el Día de San José en el año 1937. La escritora empezaba a dar muestras de su afición por el dibujo y por los idiomas, ya que el texto estaba escrito en un perfecto francés.
Entre los manuscritos, destaca el original de 'Entre visillos', la novela con la que Carmen Martín Gaite se inició en el mundo de la literatura y con la que se alzó con el Premio Nadal en 1957. "Firmó la obra con el nombre de su abuela para que nadie supiera que se presentaba al certamen. No lo sabía ni su marido", mantiene Luis Barrio. En este texto primigenio, que data del 2 de abril de 1956, la salmantina alterna palabras escritas a mano con líneas mecanografiadas. También llama la atención la portadilla, una muestra del interés que tenía la autora en realizar el diseño editorial de sus obras.
Ese interés es igualmente palpable en los cuatro dibujos que la salmantina realizó y plasmó en un papel para la elección de la cubierta de 'El Balneario' (1955). "Le gustaba hacer fotomontajes, collages. Aquí nos presenta cómo se supone que quería que fuera la portada de la obra", señala Luis Barrio. La tapa impresa de la primera edición, que muestra un sofá de espaldas a una ventana y junto a una planta, finalmente fue una mezcla de algunos de esos esbozos.
Los manuscritos y los dibujos relacionados con sus novelas o relatos se 'mezclan' en el archivo con cuadernos y folios sueltos llenos de anotaciones. "Es una muestra de cómo se aprovechaba el papel en esa época. No es como ahora, que nos sobra por todos lados". Cada parte de la hoja era, pues, un espacio en el que Carmen Martín Gaite volcaba sus inquietudes, aprendizajes o creatividad, dando lugar a "pequeños tesoros", como unos apuntes ilustrados de historia sobre antiguos reyes de España.
Pero si hay algo que abunda en el legado personal de la ilustre salmantina son las fotografías: unas 4.700 imágenes en color, en blanco y negro o en formato Polaroid que nos muestran a la escritora en varios momentos de su vida y en compañía de amigos, familiares y otros intelectuales de la época, como Gonzalo Torrente Ballester y Miguel Delibes, acercándonos a la parte más íntima de su existencia.
Exposición permanente
La cámara acorazada y la sala anexa situadas en el sótano del Centro Internacional del Español albergan una muestra permanente con fotografías y textos sobre la vida y obra de Carmen Martín Gaite, accesibles al público general, a diferencia de lo mostrado anteriormente. El objetivo es que los salmantinos y turistas conozcan más sobre una de las escritoras más importantes de la literatura del siglo XX a través de las explicaciones de Dani Escandell y de Ignacio Francia, distribuidas por las paredes.
Respecto a la pequeña muestra del legado personal que la escritora quiso dejar a la posteridad ("era muy sabedora de lo que quería que se conociera de ella en el futuro"), esta incluye, por ejemplo, revistas con los primeros versos que escribió; el fotomontaje que hizo para la portada de 'El cuento de nunca acabar'; la primera edición de 'El balneario'; el manuscrito de 'El libro de la fiebre', datado de 1949; e ilustraciones que realizó para 'Caperucita en Manhattan', la novela breve que le inspiró la prematura muerte de Marta, la hija que tuvo con Rafael Sánchez Ferlosio.
No obstante, lo expuesto en las vitrinas de la exposición son réplicas exactas. "No se puede mostrar todo. La mayoría de las cosas están accesibles en la Biblioteca Digital de Castilla y León. Los originales hay que conservarlos. Es un archivo", defiende el director del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de Salamanca, que reconoce igualmente que los objetos que se muestran actualmente podrían cambiar para que el público vaya conociendo otros.
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