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‘Teleuniversidades’ salmantinas: Clases a domicilio por la cuarentena

Profesores y alumnos se encuentran a diario en Internet.

Ventana Universidad de Salamanca y Universidad Pontificia de Salamanca

Con las puertas de sus aulas cerradas para evitar lapropagación del coronavirus durante el estado de alarma, la Universidad deSalamanca y la Universidad Pontificia de Salamanca han variado su manera deimpartir las clases.

Para impedir que el curso se corte, las instituciones charrashan trasladado sus centros de enseñanza a los domicilios de cada estudiante yprofesor, pues ahora dan las lecciones por Internet.

“A mí me supone más trabajo porque tenía preparado todo paraimpartirlo presencialmente. La universidad nos ha dotado de herramientas ytutoriales para adaptarnos, pero hay situaciones imprevisibles, como laconexión a Internet que haya en cada casa”, comenta a SALAMANCA24HORAS EstrellaMontes, profesora en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad deSalamanca.

Parte de la metodología que aplica durante el confinamiento se basaen subir pequeños vídeos a una plataforma que se puede consultar en cualquiermomento más que en cumplir con un horario lectivo similar al que tiene en lasclases presenciales: “He tenido algún problema de conexión y he optado por estavía. A determinadas horas del día no puedo adjuntar las píldoras, por lo quetrasnocho y madrugo, ya que en esos instantes hay menos gente conectada a lared y funciona mejor. Además, de 12 a 13 horas me resulta imposible grabar,pues un vecino pone música para amenizar a los niños de toda la calle y lorespeto por solidaridad con los pequeños”.

A pesar de las dificultades, esta docente está satisfechacon el rendimiento ofrecido por los estudiantes: “Entregan las cosas a tiempo yrealizan tareas voluntarias. Me motiva para seguir trabajando. Sin embargo, tengodudas sobre qué aportará esta experiencia a la enseñanza del futuro, puescuenta con ventajas y desventajas influidas por la actual necesidad de regresara la vida cotidiana”.

A ella quiere volver Mar García, estudiante de primer cursode Derecho en la Universidad de Salamanca, pues siente que su agenda diaria ha cambiado: “Es un poco desastre. Intento seguir el horario que teníamos en lasclases presenciales, pero estoy muy atenta a las noticias que se publican estosdías. Si habla el presidente del Gobierno, dejo lo que estoy haciendo para escucharle.Antes era más fácil distraerse porque podías salir a la calle o quedar conamigos. Ahora, como mucho, hacemos videollamadas entre nosotros”.

“Lo divertido de dar clases a distancia es contemplar el líoque se montan algunos profesores con la tecnología. Al ser algo novedoso paraellos, termina resultando gracioso. El aspecto serio lo pone el hecho dedesconocer en qué circunstancias va a terminar el año académico, lo que influyeen la cantidad de materia a impartir”, añade a este medio de comunicación.

En esta época de cuarentena, a García le toca hacer exámenesparciales por Internet: “Al estar cada alumno en casa, las normas sondiferentes a las de las pruebas convencionales. Se restringen a un cuarto dehora y a que una vez respondida una pregunta no hay opción a retroceder a ellay modificarla. Es una forma de controlar que no se aprovecha la circunstanciapara hallar la respuesta en los apuntes o en alguna página web”.

A la hora de elegir entre clases presenciales ocibernéticas, esta universitaria se decanta por la primera opción: “El aulavirtual de Derecho está funcionando bien, pero es impersonal. Se pierde elcontacto humano con el profesor y la comunicación por correo electrónico omensajes telefónicos es más formal. Por si fuera poco, los delegados tenemosque ejercer de transmisores de las cuestiones que deseen plantear el resto decompañeros, aspecto del que se prescinde en una clase normal”.

Este parecer es compartido por Jacobo Valdés, que cursa el Másteren Profesor de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, FormaciónProfesional y Enseñanzas de Idiomas en la Universidad de Salamanca. “Aunquetengo la ventaja de no tener que desplazarme hasta las dependenciasuniversitarias, me siento raro recibiendo clase de esta forma tan diferente”, explicaa SALAMANCA24HORAS.

Dado que él desea ser profesor en el futuro, encuentra puntosnegativos en esta fórmula si tiene que ponerse en la posición distinta a la queocupa actualmente: “La modalidad presencial es mejor porque la relación entrelas partes implicadas es mayor. Eso ayuda a llevar de otra manera más ordenadaal alumno”.

“Eso sí, entiendo que en casos como una cuarentena, la educacióna distancia es un buen método para difundir conocimientos”, opina con el rostrotapado.

“A los estudiantes los podemos ver si activamos una pestaña,pero consumimos más ancho de banda. Se echa de menos su bullicio y que hablenen el aula, pero los profesores nos hemos habituado rápidamente a este sistemaporque, además, se nos formó para que las clases virtuales comenzaran elmiércoles 18 de marzo. Esto ha supuesto un esfuerzo por parte de todos,principalmente de quienes han tenido que crear esta infraestructura en tiemporécord”, señala a este periódico digital Alfonso López, decano de la Facultadde Informática de la Universidad Pontificia de Salamanca, centro que tambiénforma por Internet durante el confinamiento.

A López le gusta que se mantengan los horarios, aunque sehayan tenido que amoldar las tutorías a un modo cibernético: “Me he adaptadobien y he marcado los tiempos necesarios para el trabajo, la familia y eldescanso. Está siendo una experiencia enriquecedora y útil, pues tantoprofesores como alumnos acudimos puntuales al aula virtual. Es más, nosconectamos minutos antes para resolver alguna duda”.

El decano de la Facultad de Informática de la ‘Ponti’prefiere la educación presencial, pero defiende este tipo de enseñanza cuandoes necesaria y, como en este caso, “para mantener la actividad diaria”.

“Desconozco si será el futuro, pero está muy bien y hace que se cumpla el PlanBolonia”, bromea a la vez que muestra orgullo porque algunos de sus compañerosy alumnos están aprovechando este distanciamiento para unirse en una causasolidaria: imprimir en tres dimensiones materiales de protección individualpara los sanitarios.

“Para mí ha sido sencillo adaptarme a esta forma de darclase, pues en la Universidad Pontificia de Salamanca tenemos un máster que sedesarrolla completamente a distancia. Tenía la ventaja de manejar laherramienta, pero hablar a una pantalla sin ver las caras de los alumnos esduro porque se desconoce si están atentos o si se encuentran perdidos.Afortunadamente, dejan a un lado la vergüenza de preguntar en púbico y usan el chatmasivamente para ello”, relata a SALAMANCA24HORAS Encarna Beato, profesora enla Facultad de Informática de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Para ella, es fundamental que se respeten los horarioshabituales a pesar de tener que estar confinados: “Para los alumnos es novedoso,si bien hemos creado una rutina que nos ayuda en estos días y se gana tiempo alno tener que ir deprisa al aula. Además, las clases quedan grabadas, por lo que están a disposición del que se la haya perdido o quiera volver a verla. Lo malo es que añoro acudir caminando altrabajo”.

Aunque sea circunstancialmente, Beato considera que laeducación a distancia estaba llamando a la puerta de España. “Para un chico de18 años puede ser complicado estar solo en su casa en vez de contactarfísicamente con más gente, pero las especializaciones van a tender a elloporque habrá que compatibilizarlas con un trabajo”, piensa a la vez quesentencia que “el futuro va a ser en línea”.

Laura Miguel, alumna de tercer curso de Marketing en laUniversidad Pontificia de Salamanca, prefiere el modo convencional: “Espero quesea algo ocasional. Es una buena opción para alguna asignatura o por el hechode perderse alguna clase, pero se echa de menos estar con los compañeros y losratos de descanso entre clase y clase. Estar en la facultad motiva más”.

Miguel confiesa que problemas técnicos, como el fallo de unmicrófono, dificultan la tarea de recibir lecciones y anhela contar con lapresencia de los profesores. “Es complicado prestar atención sin tener a lapersona cerca. Además, algunos solamente encienden su cámara para saludar, loque aumenta la sensación de distancia”, asegura a este medio.

Para esta estudiante, la mayor dificultad reside en lostrabajos en grupo: “Tenemos que comunicarnos con los compañeros porherramientas como Google o Skype. En circunstancias normales es complicadosacar adelante este tipo de tareas, por lo que ahora lo es más. También hay unaasignatura, Investigación de mercados avanzada, para la que precisamos de unprograma informático que solamente está en los ordenadores de la Facultad deComunicación o en los de algunos alumnos, por lo que el apartado práctico de lamisma queda mermado”.

El nuevo día a día de esta universitaria resulta “aburridoporque se pasan muchas horas, más de las deseadas, delante de una pantalla y con la incertidumbre de desconocer si los exámenes se podrán hacerpresencialmente o tocará realizarlos de manera telemática”.

Nadie tiene una respuesta correcta para ello, pues por muchoque se estudie, ninguno puede acertar cuándo regresará la vida anterior al 14de marzo de 2020. Lo que sí es cierto es que las universidades salmantinasestán aprovechando el estado de alarma para que sus profesores y estudiantes seespecialicen en una materia ajena a los libros: ‘Cuarentena universitaria’.

Comentarios
Por fin! Hace 4 años (25/03/2020 08:43)
Ya era hora!!! Además, ahora TODOS los chaval@s estudian por YouTube, Google, etc...Las clases han perdido mucha utilidad <br/>3122
anónimo Hace 4 años (25/03/2020 07:24)
No han pensado en la gente que esta en sus pueblos sin conexión a Internet? <br/>3222
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