El ictus y sus consecuencias centran las jornadas de Ciencias de la Salud de la Universidad Pontificia


En estas se ha destacado el trabajo multidisciplinar de los profesionales para abordar de forma eficaz el ictus y la importancia de atender a las familias

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Los alumnos de Enfermería y Logopedia de la Universidad Pontificia de Salamanca han conocido la labor de expertos en el tratamiento del Ictus. Para ello, se han presentado varios casos de éxito en los que los profesionales trabajan conjuntamente desde una perspectiva integral de la enfermedad.

El coordinador de la Unidad del Ictus del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, Luis López Ríos, ha expresado la importancia de organizar a todos los profesionales, "ya que hay que actuar de la manera más rápida posible, porque el problema del ictus es que deja muchas secuelas. El proceso es muy complejo y hay que actuar de forma muy coordinada". Considera importante que las personas atiendan los síntomas que en ocasiones son sutiles y difíciles de diagnosticar (somnolencia, cosquilleo una parte del cuerpo...), porque un ictus siempre empieza de forma brusca, no es progresivo.

A pesar de los avances actuales, López Ríos destaca las carencias que aún persisten, especialmente en los tratamientos que se realizan en la fase aguda. "Hay casos que hay que derivar a Valladolid, con lo que supone un problema, porque cuanto más tiempo pasa, más probables son las secuelas".

Por su parte, la profesora de Logopedia María Cruz Pérez Lancho ha explicado las consecuencias que provoca un ictus. "Algunos déficits son reversibles, como el habla o la comprensión, pero otros quedan como secuelas, por lo que hay que desarrollar un programa para compensar ese déficit o sustituir funciones". Para Pérez Lancho es muy importante tener en cuenta las secuelas emocionales, "porque la depresión posictus y la ansiedad van unidas y la persona queda sometida a esa vulnerabillidad emocional".

Ante esta situación, "el logopeda tiene que hacer consciente a la persona de sus dificultades para que pueda poco a poco aceptar sus nuevas limitaciones y ajustar sus expectativas", asegura. Además, la logopeda ha indicado que el papel de las familias es fundamental y los profesionales tienen que orientarles para arropar al paciente en casa. "Es fundamental el papel de la familia, la intervención médica es muy rápida y eficaz, pero tiene una limitación en el tiempo hasta que se produce la rehabilitación, por ello habría que acortar ese periodo de espera".

Marcos Ríos Lago, coordinador de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana, afirma que un ictus puede ocurrir a cualquier edad. "El problema es la discapacidad que conlleva, un 40% de los pacientes sufren discapacidad grave, por lo que la cuestión no solo es del paciente, sino de las familias y cómo cambia la situación para ambos", advierte. El experto aboga por la coordinación de un equipo extenso de profesionales multidisciplinar que trabajen sobre el mismo objetivo.

"Pensamos que nuestra disciplina es la principal, sin embargo, ni la biología, ni la medicina, ni la psicología, ni la logopedia... han mostrado una efectividad plena en el tratamiento del D.C.". En este sentido, Ríos Lago habla de un trabajo conjunto entre el neuropsicólogo, trabajador social, médicos, famila, terapeuta, logopedia, fisioterapeuta, enfermeros, etc. Según la fase del proceso del paciente se trabajarán distintas funciones o se emplearán ayudas externas.

También existen otros factores que, según el coordinador, condicionan el estado del paciente: "tener dinero o no marca la diferencia en el proceso de rehabilitación del ictus y su mejora del proceso", asegura, así como el lugar en el que viva el paciente, puesto que en función del tiempo de traslado las secuelas son mayores.

El ictus en cifras

El Ictus es la primera causa de mortalidad en mujeres españolas y la segunda en los varones. En Europa mueren al año unas 650.000 personas, de las cuales 40.000 son españoles. Al año se detectan 120.000 casos y cada seis minutos se estima que se produce un ictus. Más del 21% de la población mayor de 60 años en España presenta un alto riesgo de sufrir un ictus en los próximos diez años (Estudio Preictus).


La jornada termina con el testimosnio de familiares y personas de ASDACE (Asociación Salmantina de Daño Cerebral) que han sufrido un ictus y su experiencia para afrontar los retos de cada día, y con la lectura del manifiesto 'Juntos por el Ictus'.

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