La USAL participa en el descubrimiento de un periodo glaciar cálido

'Nature Communications' publica el trabajo internacional dirigido por la profesora María Fernanda Sánchez Goñi (EPHE-PSL, UMR CNRS EPOC, Universidad Burdeos) y en el que colabora el investigador de la USAL

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La USAL participa en el descubrimiento de un periodo glaciar cálido
La USAL participa en el descubrimiento de un periodo glaciar cálido

La comunidad científica lleva tiempo preguntándose cómo cambió el clima de nuestro planeta hace 700.000 años, pasando de ciclos climáticos de 40.000 años de duración a los actuales de 100.000 años. En este contexto, Josué M. Polanco-Martínez, investigador de la unidad de excelencia GECOS (Gestión Económica de la Sostenibilidad) de la Universidad de Salamanca, participa en el nuevo estudio internacional liderado por María Fernanda Sánchez Goñi (EPHE-PSL, UMR CNRS EPOC, Universidad Burdeos) en el que se pone al descubierto un periodo glaciar cálido que cambió la ciclicidad climática de la Tierra.

En el trabajo, recientemente publicado en Nature Communications y fruto de la estrecha colaboración internacional entre varios grupos de investigación europeos de España (USAL), Francia (EPHE-PSL, CNRS, Universidad de Burdeos), Portugal (Instituto Português do Mar e da Atmosfera) y Alemania (Universidad de Heidelberg), se identifica un “periodo glaciar ‘cálido’ que habría permitido la acumulación de hielo necesaria para esta importante transición”, explica Polanco-Martínez a Comunicación USAL.

La principal contribución al trabajo por parte del científico de la USAL ha sido el uso de técnicas estadísticas avanzadas para el análisis de series temporales paleoclimáticas irregulares. En particular, de una técnica estadístico-computacional conocida como BINCOR que, “transforma series climáticas irregulares a regulares manteniendo una parte considerable de la información de las series originales”, apunta.

Además del empleo de otra herramienta estadística robusta que calcula “la correlación entre dos series paleoclimáticas ante la presencia de autocorrelación -una característica muy común de las series temporales climáticas-”.

Periodos glaciares e interglaciares

La Tierra ha estado sometida durante los últimos 700.000 años (ka) a una alternancia de periodos glaciares e interglaciares con una ciclicidad de unos 100.000 años. Cabe recordar que los glaciares se caracterizan por el desarrollo de grandes casquetes de hielo en el hemisferio norte y que, antes de 700.000 años antes del presente, el clima del planeta se regía por ciclos de 40.000 años con glaciaciones más cortas y débiles.

El cambio entre ambas ciclicidades se produjo al final de un periodo, denominado la Transición del Pleistoceno Medio (TPM), datado entre 800 y 670 ka. Este periodo incluye un glaciar y dos interglaciares. Los mecanismos que explican este cambio clave de ciclicidad siguen siendo en gran medida desconocidos, ya que “no pueden atribuirse a variaciones en los parámetros orbitales que rigen el clima de la Tierra en escalas milenarias”, subrayan. 

Combinación de registros climáticos europeos y asiáticos

Ahora, en el presente estudio, los investigadores abordan esta cuestión crucial combinando nuevos registros climáticos del margen suroccidental ibérico con registros de loess de la meseta china y simulaciones de modelos. Así, el trabajo identifica una tendencia a largo plazo similar de calentamiento y aumento de precipitaciones en las dos regiones subtropicales desde 800.000 hasta 670.000 años antes del presente.

Además, revela que las temperaturas de la superficie del mar en los océanos Atlántico Norte y Pacífico Norte tropical fueron, en la TPM, paradójicamente más cálidas durante el glaciar en comparación con el interglaciar precedente, lo que condujo a una mayor producción de humedad y precipitaciones en Europa, a una mayor expansión del bosque en el mediterráneo occidental y a una intensificación del monzón de verano en el este de Asia.

Esta configuración climática dio lugar a un “suministro de humedad oceánica desde ambos océanos hacia latitudes más altas, que alimentó los casquetes polares y contribuyó de forma decisiva a la expansión de los casquetes de hielo euroasiáticos y norteamericanos”. Dicha expansión fue necesaria para “desencadenar el paso de los ciclos de 40.000 años a los de 100.000 años que experimentamos hoy en día, lo que resultó crítico para la evolución climática de la Tierra”, concluyen.

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