Si todos los jóvenes encuentran barreras en su integración laboral, aquéllos que tienen discapacidad resultan ser fichas aún más débiles en el tablero de la crisis. A las dificultades derivadas de su inexperiencia laboral, hay que añadir prejuicios y estereotipos. Nos encontramos con dos tipos de barreras. Las primeras, exógenas. Están fuera de la persona con discapacidad, asentadas en la sociedad. Se trata de estereotipos, prejuicios de algunas empresas que mantienen la creencia errónea de que los trabajadores con discapacidad van a requerir elevados costes de adaptación y que van a incrementar el absentismo. En definitiva, temor y desconocimiento, dos aliados muy peligrosos que ponen en riesgo la contratación de empleados con discapacidad.
Las segundas, endógenas. Están en la propia persona con discapacidad. Se traducen en carencias de autoestima y motivación, así como escasa confianza: creen que no tendrán opciones de acceder al mercado laboral por la elevada competencia. A ello habría que añadir, también, la sobreprotección familiar, que muchas veces se convierte en un obstáculo para que la persona alcance autonomía e independencia. Ello explicaría la menor tasa de actividad del colectivo (un 36,2% frente al 60% del conjunto nacional).
Por estos motivos, podríamos concluir que ser joven y con discapacidad puede traducirse en una doble discriminación laboral. Pero, ¿qué opinan los propios jóvenes? Según los encuestados, ser joven es un obstáculo añadido para encontrar empleo. Así lo opina un 60%. Aún mayor es la proporción que cree que tener discapacidad le perjudica: el 63% piensa que es una dificultad añadida. Frente a ellos, un 10% considera que tener certificado de discapacidad le beneficia a la hora de acceder al mercado laboral.
Según los datos de la presente encuesta, el 62% de los jóvenes con discapacidad se encuentra en situación de desempleo. Acceder por primera vez al mercado laboral se ha convertido en todo un reto para la juventud de nuestro país. Así, si en 2005 los jóvenes se iniciaban en el mundo laboral a los 19 años, actualmente la cifra asciende a los 23, según un reciente informe de Bancaja. Parece que tener discapacidad se convierte en un hándicap añadido. De acuerdo con la presente encuesta, 7 de cada 10 jóvenes menores de 25 no ha tenido ningún contacto con el mercado laboral, cifra que disminuye hasta el 48% entre los 26 y los 30 años.