Miguel del Arco, director de ‘Jauría’: “Era una obra necesaria porque había que hablar del tema. ¡Cómo no va a ser necesario si llevamos 10 asesinatos machistas en lo que va de año!”

La obra, una dramaturgia a partir de la transcripción del juicio realizado a ‘La Manada’ construida íntegramente con fragmentos de las declaraciones de acusados y denunciante, tiene el Premio Cultura Contra la Violencia de Género del Ministerio de Igualdad. En Salamanca ha colgado el ‘no hay billetes’

12 feb 2020 - 07:04
Jauria 86 © vanessa rabade
Jauria 86 © vanessa rabade

Este miércoles, el Juan del Enzina acoge la representación de Jauría una dramaturgia a partir de la transcripción del juicio realizado a ‘La Manada’ construida íntegramente con fragmentos de las declaraciones de acusados y denunciante. Una función para la que ya no quedan entradas.

El director de la misma, Miguel del Arco, concede una entrevista a SALAMANCA24HORAS.COM para hablar de todo lo que rodea a la obra: cómo surgió la idea, la controversia que generó al principio y el éxito tremendo que ha tenido después, tanto de crítica como entre el público general y, además, entre los escolares. Y es que, como recuerda, el caso de ‘La Manada’ “marcó un antes y un después”.

Llega la obra ‘Jauría’ a Salamanca después de ser todo un éxito en Madrid y en otras partes de España y del mundo.

Sí, la verdad es que hace un año justo que estrenamos la función, en enero de 2019. Ha sido un tirón fabuloso. En Madrid hemos estado durante mes y medio una vez se estrenó, luego volvimos un mes, entre diciembre y enero… Volveremos en mayo, porque se ha quedado muchísima gente fuera de público general y, además, estamos haciendo una campaña escolar enorme y tenemos muchísimas peticiones de las instituciones. Está siendo una gira gigante.

Cuando comenzasteis con la obra, ¿os esperabais tal éxito?

La verdad es que no. El éxito es una cosa subjetiva. Es una función donde todo ha sido muy delicado. Cuando anunciamos el estreno, allí en la presentación de la programación del (Teatro) Kamikaze, que aún quedaba medio año para empezar a ensayar, creó una controversia enorme. Era un tema candente en la calle, acababa de salir la primera sentencia del juicio, y recibimos voces de un lado y del otro.

La parte más conservadora nos preguntó que qué estábamos haciendo. Recuerdo un tweet que nos decía que nos estábamos plegando “al lobby feminazi”, que eso era para fliparlo. También aparecieron pintadas en la fachada de El Pavón (Teatro Kamikaze) diciendo que éramos unos sinvergüenzas haciendo dinero con el drama de una mujer. Y se ve que esas pintadas las hizo alguien que no viene al teatro, porque la obra va del drama de los hombres y de las mujeres.

Sí que entonces estábamos un poco encogidos, pero también estábamos muy decididos y no tambaleamos con la decisión. Era un tema controvertido y los programadores se asustaron muchísimo, porque puede ser la primera vez que se estrenaba una función con sólo dos bolos vendidos. Es un tema delicado porque tienes que ver qué has hecho, y estaban muy asustados por cómo abordábamos el tema. Pero nosotros seguimos a nuestro avío.

Porque teníamos muy claro, igual no muy claro pero sabíamos dónde estábamos. Con honestidad, no había equidistancia entre la víctima y el victimario, porque hemos estado con ella desde el principio. La hemos querido mucho en la sala de ensayos, y ahora la queremos si cabe más.

¿Cómo surge la idea? No sé si tú hablas con Jordi Casanovas y decidís hacer una obra de teatro sobre un hecho que conmocionó a España.

Jordi ya la tenía en la cabeza. Había hecho ‘Ruz-Bárcenas’ sobre el extesorero del PP, y es un gran autor de documentación. La tenía en la cabeza y había empezado a leer las actas y la primera sentencia, y en cuanto me lo comentó, me tiré en plancha. Es ‘marca de la casa’ y está bien. Cuando ya me llegó el texto, el ‘corta y pega’ al que sometió todas las actas, con el giro dramatúrgico total que tiene Casanovas, fue un poco cuando me llené y me pregunté qué iba a hacer con esto.

Porque era de una dureza lo que se planteaba, el cómo. Había que buscar la teatralidad, porque el papel lo aguanta casi todo, pero hay que buscar la fórmula teatral con reticencia por la sobredimensión mediática del caso y, además, porque había una reticencia específica sobre las partes más farragosas, las partes sexuales. No sé qué se esperaba la gente, porque nosotros seguimos a nuestro avío, sabiendo que teníamos que hablar y discutir, y hablábamos muchísimo durante los ensayos.

El mismo conflicto que ha tenido la gente, lo teníamos nosotros. Los ensayos eran productivos y enriquecedores, muy clarificadores en muchas cosas y sobre los problemas que teníamos y tenemos. Incluso a aquellos que pensábamos que estábamos a salvo de muchas cosas, los hombres declarados y reconocidos como feministas y progresistas, se nos cayeron muchas fichas a lo largo de los ensayos de esta función.

¿Cómo es tratar con los actores? Es decir, ¿cómo se les mete en el papel de violadores y de víctima?

Nos metimos todos a la vez, no hay mantera de meterse poco a poco. Estaba una vez María (Hervás, que protagoniza a la víctima) en un proceso muy doloroso… porque actor y director somos atletas de las emociones y tenemos que dominarlas para no dejar que te pasen por encima y ofrecer una función a la altura de lo que el público espera. Hay que saber cómo estamos encima de ellos y dónde estamos.

El caso es que le dije a María que no hacía falta que estuviese tan metida, y me dijo que o estaban “tan a saco” o era tan bestia que no lo iba a poder aguantar. A lo largo de muchos ensayos hemos tenido que cortar. Porque o bien ella no podía hacer algo, o bien ellos en cosas muy concretar, en la parte del juicio con la defensa, no podían soportar el papel que tenían que representar. Caímos tanto unos como otros muchas lágrimas y risas, nerviosas la mayoría de ellas, porque estábamos amedrentados.

La premisa de la que partimos y que lancé a los actores era saber cuánto de ‘manada’ había en cada uno de nosotros. Porque no era mi intención tildar a esos cinco individuos como cinco hijos de puta, porque eso facilita la condena y el juicio propio. Esto tiene que ver con nosotros, que no nos consideramos hijos de puta. Porque ni siquiera los hijos de puta se consideran como tal.

De hecho, cuando parte la investigación, e incluso a día de hoy, los cinco piensan que lo que hicieron no estuvo mal. Por eso fue un caso paradigmático que marcó un antes y un después en la violencia machista.

Vuestra obra, además, ha recibido el Premio Cultura Contra la Violencia de Género del Ministerio de Igualdad y ha sido vista ya por más de 3.000 alumnos de Secundaria y Bachillerato.

La comunidad educativa tiene muy pocas armas para luchar contra eso (violencia machista) y educar. El otro día escuchaba a (la jueza y ahora diputada) Victoria Rosell hablar de que se podía avanzar en penalizar y gravar el Código Penal. Pero es que el problema es de educación, y en las aulas no se trata. Y con el ‘pin parental’, aún menos, si un padre puede decidir si asiste a una charla de educación sobre la violencia machista. Porque un Estado responsable no podría permitir eso, ya que tiene la obligación de ofrecer una educación a los ciudadanos libres.

Ayer (lunes), en Móstoles, ofrecimos una matinal para 600 o 700 alumnos de entre 15 y 18 años. Aparte del silencio con la que atienden a la función, después, durante la hora y media que nos quedamos con ellos comentando y charlando y donde son ellos los que hablan, es impresionante lo que se oye, y creo que deberían venir los políticos a ver esto.

Había una chica de 16 años que dijo que le gustó la función por el “sobrecogimiento” que produce, y les invitó a los profesores a tomar nota para que esos temas fueran de obligado reconocimiento en las aulas, porque comentaba que ella, a su edad, no había recibido la más mínima charla al respecto.

Estos testimonios deberíamos grabarlos para que se oiga la voz de las personas a las que va dirigida, a esa generación llamada a revertir esta lacra (la violencia machista).

¿Se debe incidir especialmente entre la comunidad joven para evitar que se reproduzcan comportamientos como el de ‘La Manada’? Porque hemos visto que muchas de las violaciones grupales tienen como protagonistas a hombres de entre 16 y 25 años.

Estamos en la edad de aceptación del grupo. Ellos tenían un chat donde decían que preferían “follarse una gordita entre los cinco que a un pepino de tía yo solo”. Ya no sólo buscan a la más guapa, sino que querían ratificarse dentro de la jauría, que no manada. Porque manada encierra protección y familia. Jauría desgrana cómo ascendemos dentro de la cultura de la violación, de los grupos sociales, de que si no haces esto no formas parte del grupo, del ser macho y convertirte porque si no haces eso, no vas a pertenecer nunca al grupo al que quieres pertenecer.

A Salamanca llegáis con todas las entradas agotadas, algo típico en la gira dado el éxito que estáis teniendo.

Al principio había reticencias, y la gente venía por curiosidad. Luego, el boca a boca ha corrido de tal manera que las reticencias han desaparecido. Ha sido una función sanadora y necesaria. Porque era necesario hablar del tema. ¡Cómo no va a ser necesario si estamos a mitad de febrero y llevamos 10 asesinatos machistas en lo que va de año!

De momento, gira hasta junio de 2020. Pero, ¿pensáis ya en prolongarla?

Estamos en ello, aunque dependemos de las agendas. Ninguno de los actores quiere abandonar el espectáculo, pero hay muchas series por el camino. Esperamos poder alargarnos hasta el último trimestre del año, además de las fechas que ya tenemos anunciadas. Venimos a Madrid el 28 de abril y vamos a ir compaginando con los bolos que ya tenemos a lo largo del año, eso está confirmado.

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