Si la empresa concesionaria del servicio de autobús urbano de Salamanca trató de colocar un plástico gigante para intentar proteger a los conductores, algo no logrado puesto que el número de bajas no dejó de crecer, ahora ha sustituido el mismo por otro que es de menor tamaño y que deja los dos laterales al descubierto.
Esto ha provocado mayores quejas entre los conductores, puesto que continúan sintiéndose desprotegidos ante el coronavirus pese a que son trabajadores que se encuentran en alta exposición.
Además, se da la circunstancia de que, aunque es ligeramente más traslúcido que el anterior -menos opaco-, sigue dificultando -e imposibilitando- la visión a través del espejo retrovisor derecho, fundamental a la hora de acercarse a las paradas.
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