Casas con jardín o edificios modernistas: las construcciones perdidas por el desarrollismo en Salamanca
El crecimiento económico de los años 60 y 70 cambió por completo la configuración del centro de la ciudad

La riada de San Policarpo, el terremoto de Lisboa de 1755, la guerra de la Independencia Española y la desamortización de Mendizábal constituyen los cuatro momentos históricos que más daños han causado en el patrimonio de Salamanca. A estos 'Jinetes del Apocalipsis' se les podría sumar una etapa más reciente que también ha contribuido a la configuración actual de la ciudad: el desarrollismo de los años 60 y 70. Así se conoce el periodo de rápido crecimiento económico que experimentó España en el siglo pasado y que vino acompañado de un expansión urbana sin precedentes. La capital del Tormes no fue una excepción.
A principios de la década de los 60, Salamanca comienza a crecer en torno a la plaza de Carmelitas o a la avenida de Federico Anaya. Surgen barrios como el de Vidal, Pizarrales y Oeste, donde se erigían varios caserones. Entre ellos, el neobarroco construido por Luis Vega en el número 36 de la avenida de Italia. Su aire señorial perduró hasta noviembre de 2024, año en el que fue demolido, pese a sus evidentes signos de abandono. En su lugar se construirá un bloque de seis viviendas con garaje que mantendrá los elementos decorativos de la construcción original. Todos ellos han sido acopiados para su posterior reposición.

La última casa palaciega con jardín (o chalet) que sobrevive en la llamada zona de ensanche de Salamanca capital es la del paseo de la Estación. Fue construida a finales del siglo XIX y cuenta con dos plantas, mirador o torreón central, contraventanas venecianas y zona de servicio. Destaca la ausencia de composición simétrica y el granito con el que está elaborada la fachada, ya que su uso en la capital del Tormes es poco común al proceder de las canteras abulenses. El interés arquitectónico de la construcción no ha sido suficiente para salvarguardarla en buenas condiciones. Fue incluida en septiembre de 2022 en la Lista Roja de Hispania Nostra por su "grave estado de conservación" y "peligro de ruina".
Cambios en el centro de Salamanca
Los cambios que impulsó el desarrollismo no solo se evidenciaron en la zona del ensanche, sino también en el propio centro de la ciudad. Las calles Zamora y Toro comenzaron a cambiar su configuración, al igual que la plaza de los Bandos. "Durante los años 60, del lado occidental hasta la calle de Santa Teresa, se construyó el edificio en cristal, hormigón y piedra franca que podemos contemplar en la actualidad", recoge el blog Salamanca en el Ayer. Esa misma década, el palacio de Garci Grande fue adquirido por la Caja de Ahorros de Salamanca y fue objeto de una remodelación "que alteró la distribución de ventanas y balcones y añadió una galería sobre el tejado no muy de acuerdo con el estilo del edificio".

Ya en los años 70, "la rinconada noroccidental de la plaza desapareció a fines de los años setenta con la alineación y ensanchamiento de la calle de Santa Teresa y la construcción del edificio de la Caja de Ahorros diseñado por Luis Gutiérrez Soto". En esa zona se encontraba la vieja casona de los Sánchez Fabres y la vivienda familiar de Carmen Martín Gaite, donde la escritora empezó a escribir sus primeras palabras y a mostrar sus dotes creativas. Ese mismo edificio también dio cobijo a "la librería de lance de los hermanos Centenera".
No muy lejos de allí, en la plaza de San Juan Bautista, la 'modesta' iglesia que le da nombre fue testigo de la construcción de edificios de hasta ocho plantas. Pese a ser sobrepasada en altura y a riesgo de ser 'eclipsada' por esas viviendas aledañas, el templo fundado en el año 1150 sigue destacando y atrayendo miradas por su estilo románico y los tesoros que alberga en su interior.
Pérdida de edificios modernistas

El modernismo surgió a finales del siglo XIX para romper con los estilos dominantes de la época. En Salamanca perduran ejemplos como el puente de Enrique Estevan, el Mercado de Abastos y la Plaza de Toros de La Glorieta, pero la gran parte de edificios modernistas desaparecieron con la expansión de la ciudad. El ya citado caserón de la avenida de Italia es un ejemplo. Otro es el Teatro Moderno, erigido en la cuesta del Carmen.
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