Los cuatro 'Jinetes del Apocalipsis' que afectaron al Patrimonio de Salamanca y configuraron la imagen actual de la ciudad

El terremoto de Lisboa de 1755 fue uno de los hechos históricos que causaron graves daños en los monumentos de la capital del Tormes

Mirador del Embarcadero. Foto: Patricia Hernández
Mirador del Embarcadero. Foto: Patricia Hernández

El Patrimonio de Salamanca atrae cada año a numerosos turistas, por lo que su puesta en valor adquiere una gran importancia. De hecho, en las últimas semanas, el Ayuntamiento ha anunciado la ampliación de Ieronimus y la creación de constelaciones que articulan y unen espacios vinculados temáticamente, como los yacimientos arqueológicos y los retablos barrocos de la ciudad. Todo ello ha sobrevivido al paso del tiempo y, particularmente, a los cuatro 'Jinetes del Apocalípsis'.

Se trata de la riada de San Policarpo, el terremoto de Lisboa de 1755, la guerra de la Independencia Española y la desamortización de Mendizábal, cuatro momentos históricos que convulsionaron la ciudad de Salamanca,causando graves daños en su patrimonio y favoreciendo incluso la desaparición de parte del mismo. Las construcciones que no resistieron dieron pie a la creación de otras nuevas, como el Palacio de Anaya, configurando la imagen que se conoce hoy en día de la capital del Tormes. 

Riada de San Policarpo

El río Tormes, a su paso por Salamanca capital, se ha desbordado en numerosas ocasiones a causa de las fuertes lluvias, pero pocas veces como en enero de 1626. El año comenzó con abundantes nieves y precipitaciones intensas que provocaron una crecida en los afluentes del Duero. El caudal del torrente charro no fue una excepción. En menos de cinco horas, durante la noche del 26 al 27, se descontroló, causando ciento cuarenta y dos muertes, afectando a más de un millar y medio de viviendas y destruyendo infraestructuras vitales para el correcto funcionamiento de la ciudad.

Los monumentos más cercanos al río Tormes, como las iglesias situadas en su orilla, también sufrieron los destrozos de la inundación, que alcanzó incluso el lugar donde se asienta el Convento de San Esteban. Uno de los peores parados fue el Puente Romano, sometido de nuevo a las consecuencias de una riada tras la de los Difuntos (1256). Cuatro de sus arcos se hundieron por completo, dejando la ciudad incomunicada. A estos les siguieron más. El viaducto fue restaurado un año después gracias a la acción emprendida por el corregidor Diego de Pareja y Velarde, en la que perdió su torre central y las almenas.  

Terremoto de Lisboa de 1755

Grietas en la Catedral de Salamanca por el terremoto de Lisboa de 1755
Grietas en la Catedral de Salamanca por el terremoto de Lisboa de 1755

De los cuatro ‘Jinetes del Apocalipsis' que indujo daños en el Patrimonio de la ciudad, puede que el que más haya transcendido sea el Gran Terremoto de Lisboa, acontecido el 1 de noviembre de 1755. Su magnitud fue tal que no solo se sintió en la capital de Portugal, sino también en otros lugares del mundo como Groenlandia, Noruega, Suecia, Reino Unido, Irlanda y, por supuesto, España -incluida la capital del Tormes-.

El temblor de tierra provocó el pánico de los habitantes de Salamanca. Entre ellos, los congregados en la Catedral para seguir la misa mayor del día de Todos los Santos. "Al finalizar el himno 'Gloria in excelsis' se movió con estrépito todo el pavimento, columnas, paredes, bóvedas de ambos templos, crujiendo todo, asombrando con su continuo movimiento, excediendo a la ponderación, el que por su elevación hacían las torres", recoge el edicto que mandó promulgar el Cabildo y del que se hace eco la web de Ieronimus

El seísmo no provocó víctimas entre los asistentes, pero sí notorios daños en la estructura del monumento salmantino: del Claustro de la Catedral Vieja a la torre de las Campanas, que a punto estuvo de ser derribada por peligro de desplome. Afortunadamente, se optó por una solución algo menos drástica: desmantelar la cúpula del cimborrio del templo nuevo para volverla a levantar posteriormente. 

Más de doscientos años después, la Catedral sigue en pie y enamorando a turistas y salmantinos, aunque, cualquiera que la visite en la actualidad podrá ver los signos que evidencian el daño que sufrió durante el Gran Terremoto de Lisboa. Y es que diversas grietas 'adornan' la torre de la parte más nueva y la fachada de la antigua, en la calle Tentenecio. También son visibles las grapas de hierro que se pusieron para dar estabilidad al edificio. 

Grietas y grapas de Salamanca por el terremoto de Lisboa de 1755
Grietas y grapas de Salamanca por el terremoto de Lisboa de 1755

Otras construcciones que se vieron comprometidas fueron el Colegio Viejo -derruido a favor del actual Palacio de Anaya-; la iglesia de la Clerecía -la linterna de su cúpula aún puede verse inclinada desde el Patio de Escuelas-; los colegios de San Bernardo y de la Compañía de Jesús; las Iglesia de San Sebastián y las aceñas del río Tormes.

Guerra de la Independencia

No había pasado ni un siglo desde el seísmo de Lisboa cuando los monumentos de Salamanca tuvieron que hacer frente a otro jinete del Apocalipsis: la guerra de la Independencia Española (1808-1814). La también conocida como 'francesada' provocó que la ciudad charra se quedase sin "una cuarta parte de su patrimonio monumental según Luis Cortés. Y, además, perdió su 'skyline', del que desaparecieron muchas cúpulas y torres que había, como se aprecia en la foto cedida por 'Pontes Maps' Madrid", mantiene José Antonio López Rodríguez, exalumno de la USAL, en una publicación del blog de Alumni. 

Salamanca en 1809. W. BRADFORD. A la izda, Monasterio de S. Vicente y Colegio del Rey.
Salamanca en 1809. W. BRADFORD. A la izda, Monasterio de S. Vicente y Colegio del Rey.

El deterioro patrimonial comenzó el 16 de enero de 1809, con la llegada de "los dragones imperiales al mando del general francés Montpetit". "Se mandó construir tres fortines en los Conventos de San Vicente, la Merced y San Cayetano, ordenando despejar y derribar casas y edificios cercanos como los Conventos de Santa Ana, de la Penitencia y de San Agustín y dañando los de la Vega, Mostenses, San Jerónimo, Guadalupe, San Francisco el Grande, Calatrava, y clérigos menores de San Carlos", continúa relatando José Antonio López Rodríguez.

La situación empeoró tras la famosa batalla de Arapiles, librada el 22 de julio de 1812 en la localidad homónima, donde el ejército anglo-luso-español, al mando del duque de Wellington, se impuso a las tropas francesas comandada por Marmont. Los vencidos, ya en noviembre, "volvieron a cruzar por Salamanca con ánimo de venganza y saqueo. Destruyeron 27 edificios públicos y más de mil casas"

Desamortización de Mendizábal

España ha sido escenario de varias desamortizaciones, pero, sin duda, una de las más importantes y determinantes fue la del político liberal Juan Álvarez Mendizábal. Tras ser elegido presidente del Consejo de Ministros en septiembre de 1835, decretó la supresión de todos los monasterios de órdenes monacales y militares. Los bienes inmuebles de estos fueron puestos a la venta a partir de febrero de 1936 y, un mes más tarde, la supresión se amplió a todas las congregaciones de varones. 

"Durante 1836-1845 se enajenó la mayor parte del patrimonio del clero regular salmantino, el más importante de Castilla y León. El papel hegemónico de la ciudad era consecuencia de haber sido elegida por las órdenes mendicantes en el Siglo de Oro, cuando era fábrica intelectual del Imperio, o en la centuria siguiente, cuando ahogaba su decadencia con la fundación de más conventos para escándalo de ilustres historiadores de antaño", sostienen Ricardo Robledo y Javier Infante en su publicación 'La desamortización de Mendizábal en la provincia de Salamanca'. 

"Se vendieron casi todas las posesiones que pertenecían a frailes y monjas", alcanzándose la cifra de 158 millones de reales (el 4,58% de lo recaudado en toda España). Entre ellos, los conventos de La Merced Calzada (84.000) y Jerónimos de Guadalupe (94.000), donde se acabó construyento la Fábrica de Mirat. Algunos estaban en ruina como consecuencia de la guerra de la Independencia, mientras que otros presentaban un estado regular, como el convento de Sancti Spíritus o la parte donde estuvo el Colegio de los Irlandeses, que amenazaba con desplomarse del todo. 

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