El cementerio de Salamanca se llena de vida y flores en el Día de Todos los Santos

Los salmantinos honran a sus difuntos en un sábado con un cielo que acompaña a su luto

Lluviosa mañana de todos los santos en el Cementerio San Carlos Borromeo de Salamanca
Lluviosa mañana de todos los santos en el Cementerio San Carlos Borromeo de Salamanca | Mateo G.J.

El 1 de noviembre es toda una tradición. En el Día de Todos los Santos, las familias se reunen en honor a los que ya no están. Los buñuelos y los huesos de santo están muy bien, pero la visita al cementerio supone mucho más en este día que en cualquier otro momento del año.

Todos los días se recuerda a los seres queridos que no están, pero puede que, en esta día, ese recuerdo sea aún más intenso: porque se sabe compartido. Quienes durante este sábado se han acercado al cementerio de Salamanca para llevar flores a sus familiares, limpiar sus lápidas o dedicarle un par de rezos, no lo han hecho solo en la compañía de sus más allegados... sino que también han visto a otros cientos de personas a su alrededor hacer exactamente lo mismo que ellos. Un sentimiento común, el de la pérdida y la nostalgia, que saben que en ese momento sobrecoge por igual a conocidos y a extraños.

Porque nunca un sitio tan silencioso como un cementerio se llena tanto de vida. Un lugar que recoge la muerte, se convierte en un símbolo existencia tanto para los que están como para los que no, porque el poso de su recuerdo late en esas flores que han sido escogidas con mimo. Que son un regalo y los ancla a un presente en el que aún son bien recibidos.

En este 2025, hasta el cielo ha querido acompañar en su duelo a todas las familias que, quizás por primera vez o ya con dolorosa constumbre, visitan en este día a las personas a las que querían, quieren y querrán. Se ha cubierto de luto con unas interminables nubes oscuras que, en muchas ocasiones, tampoco han contenido el llanto.

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