Poco más de cuatro meses después, los afectados por la quiebra de Viajes Álamo van viendo la luz. Decenas de salmantinos sufrieron en sus carnes la caída de esta empresa, perdiendo muchos de ellos sus vacaciones o quedándose tirados otros tantos en sus respectivos lugares de ocio y descanso, ya fuera Benidorm o Jordania -varios charros se quedaron tirados en el país árabe-.
Pero no sólo fueron sólo los salmantinos que acudieron a Viajes Álamo quienes quedaron afectados por la quiebra de la agencia de viajes. De hecho, hubo un colectivo que se vio, si fuera posible, fue todavía más perjudicado. Se trata de los trabajadores de esta empresa, que se vieron en octubre con una mano delante y con otra detrás y, además, fueron la cara visible ante los charros que acudían reclamando una solución.
Una de las trabajadoras de Viajes Álamo cuenta a SALAMANCA24HORAS cómo es su situación actualmente. Esta empleada, llamada Carmen (nombre ficticio ya que desea permanecer en el anonimato) llevaba muchos años trabajando en la empresa y cree que a los dueños de Viajes Álamo “les ha salido redonda” la jugada.
Porque Carmen tuvo que aguantar, en los últimos meses, innumerables problemas: “Nos debían mensualidades, no pagaban a los proveedores, ni los alquileres de los locales, nos cortaban la luz, el teléfono, no había productos de limpieza…”, detalla acordándose de unos pocos.
Hasta que varios trabajadores no acudieron a un abogado, no supieron que la situación que vivían la tenían que haber denunciado mucho antes. Especialmente porque la empresa llevaba unos cinco años bajo un expediente de regulación de empleo argumentando una mala situación económica que, para los empleados, no era tal y como han argumentado.
Unos empleados que han sido “las caras visibles” de Viajes Álamo y “los profesionales que sacábamos esto adelante”, afirma Carmen, quien cree que la empresa continuaba funcionando correctamente pero ha usado diversas estratagemas para despedir a trabajadores con 20 o 25 años de antigüedad “y no pagar las indemnizaciones al declararse insolvente”.
“Nos ha pagado un fondo de garantías; ellos se han ido de rositas”
Estas indemnizaciones a las que se refería Carmen podrían llegar a ascender, en el caso de los trabajadores con más antigüedad, a unos 60.000 euros. Sin embargo, la empresa actuó de tal manera -declarándose en quiebra- que ha sido el Fondo de Garantía Social (FOGASA) el que se ha tenido que hacer cargo de abonar el dinero reclamado por los empleados.
Sin embargo, el FOGASA no paga ni las indemnizaciones al completo ni todas las mensualidades pendientes -entre tres y cinco, dependiendo de cada uno-, sino que “tiene un límite”. Así, los que más reclamaban están recibiendo entre 16.000 y 20.000 euros, “y si la empresa te debe más, ellos no pagan”.
Carmen lamenta que haya tenido que ser el FOGASA el que haya pagado mientras que “los de Viajes Álamo se han ido de rositas”, dejando tras de sí una deuda muy importante con trabajadores, proveedores, clientes…
La mayoría de trabajadores sí que están contentos con la manera de proceder el FOGASA, ya que “ha cumplido y ya ha ingresado el tope”, relata Carmen. Pero esta exempleada matiza que esa felicidad es a medias por, precisamente, eso, que haya un máximo que el fondo de garantía social pueda abonar que es “la mínima parte de lo que Viajes Álamo debería pagar”.
“Tienen otra agencia de viajes de la que están detrás pero no son cara visible”
Esta situación de insolvencia no era nueva para los empleados de Viajes Álamo. Desde hace cinco años, el ERE que aplicó la empresa supuso una reducción de jornada para muchos de los trabajadores. Y, además, “ahí comenzaron los atrasos”. Unos atrasos a la hora de pagar las nóminas que se acumulaban “pero siempre sin llegar a lo exigido para denunciar”.
Esos retrasos aumentaron en los últimos meses de la empresa hasta el punto de que estaban sin cobrar hasta cinco mensualidades más las indemnizaciones por despido. Un dinero que “ni de lejos vamos a cobrar”, lamenta Carmen, algo que les avisó el FOGASA. Este fondo tiene una norma y un cómputo para abonar una cantidad de dinero, pero los dueños de Viajes Álamo “se van sin pagar un duro y de rositas”, insiste Carmen.
Esto afectó a los empleados de todos los establecimientos de Viajes Álamo, en Valladolid, Plasencia y Salamanca. El juicio al que llevaron la empresa todos los trabajadores se celebró el 30 de agosto y, por aquel entonces, Carmen recuerda que “la empresa ya estaba en concurso de acreedores”.
La jueza dio en ese momento un mes para que la empresa cerrara las oficinas. Y fue en ese mes cuando “se encargaron de no dejar ni un céntimo ni un viaje a los clientes que quedaban”, cuenta Carmen, quien apunta que si Viajes Álamo no dejó a más personas tiradas fue “porque los trabajadores nos encargamos”.
Unos trabajadores que tenían a los clientes “como unos amigos” y que hicieron todo lo posible, pese a las quejas recibidas, hasta que “no pudimos más”. Mientras, los propietarios de Viajes Álamo “tienen otra agencia de viajes, pero está a nombre de un familiar, y ellos se jactan de que no les conoce nadie. No son la cara visible”.
“Los profesionales de Viajes Álamo eran, de lo bueno, lo mejor”
“Los profesionales de Viajes Álamo eran, de lo bueno, lo mejor”, asegura Carmen, quien cree que “no es de recibo que alguien que ha dado tanto se quede sin nada por la jugada de esta gente”. Precisamente, estos trabajadores fueron los que lograron que muchos viajes salieran adelante, asegurándose ellos de que el dinero que pagaban los clientes fuera destinado a los viajes.
Eso sí, lamentan que no pudieran hacer nada a los salmantinos que se quedaron tirados en Jordania a mitad de su viaje, que tuvieron que poner bastante dinero para volver; o por la pareja de abuelos que llegaron a su hotel en Benidorm, donde les dijeron que no estaba pagada la reserva, y tuvo que ser la hija la que abonara el coste del hotel.
“Hay damnificada mucha gente, especialmente por las jugadas de sus últimos días: trabajadores, clientes, proveedores, bancos, dueños de los locales que tenían alquilados…”, recalca Carmen, quien relata que los trabajadores ya están “pasando página” y dándose cuenta de que “afortunadamente, hay vida más allá de los viajes”.
De hecho, este pasado fin de semana brindaron “por una nueva vida” en una comida donde acudieron decenas de empleados. Y faltaron otros tantos por sus compromisos personales pero que ya han confirmado su asistencia a la próxima quedada. “Es una unión que ya existía de antes pero que ahora va a más”, finaliza Carmen.
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