Disfraces estrafalarios e inventos estrambóticos, prodigios de imaginación que, un año más, disfrutaron, entre carcajadas, los habitantes de Cipérez y forasteros que admiraron el inagotable ingenio de los peñistas del pueblo.
Nadie se extrañó al cruzarse con un señor vestido de hippie, una peña transformada en El Equipo A o el cantante de los Kiss con la cara pintada de blanco y negro. Todo vale para provocar la admiración y la risa. También para construir unas carrozas que suponen un extraordinario ejercicio de imaginación y tras las que hay muchísimo trabajo. Bien lo saben en el pueblo, que supieron admirarlo rompiendo en aplausos al paso de cada vehículo.