Ismael Martín vuelve a poner en pie a La Glorieta en medio de la tormenta
CRÓNICA
Marco Pérez lo acompaña en la Puerta Grande con ‘Volador’ y la bronca de Morante como la anécdota de una tarde en la que la lluvia “echó” al público de los tendidos antes del último toro
“Hoy torea Morante”, esa era la frase más pronunciada y por eso hoy todo el mundo se sentía figura, estrella, aunque solo fuera por un día. El “genio”, como así se refieren a él los aficionados más jóvenes, confirmaba su presencia en la feria salmantina tras varios días en reposo por el percance sufrido en Pontevedra, pero esta vez ha dejado al aficionado con la ‘miel en los labios’. Cada uno de los asistentes que han estado presentes hoy en La Glorieta para ver a Morante han corrido de diversas formas para llegar a esta cita. Por teléfono, por internet, a través del amigo de un amigo, madrugando para hacer colas en taquillas o incluso yendo a la reventa que ahora, al menos en Salamanca, no se hace a pie de plaza sino a través de WhatsApp, pero nadie se podía quedar sin su entrada. “Solo con estar ha valido la pena”, esa suele ser la frase que más se oye en las tardes donde Morante torea pero no triunfa, pero es que hoy Morante no ha venido con su ‘duende’ y por eso ha abandonado el coso charro con la pregunta de “¿para qué has venido?”, también lanzada por parte del público.
Sin embargo, tanta adrenalina por ver al diestro de La Puebla del Río tenía que tener un pero, y es que perdonen, pero ni aunque toree el mismísimo Papa se puede perder el respeto ni a la afición, ni por supuesto a la fiesta, ni mucho menos a los profesionales que están a punto de jugarse la vida. Un respeto que hoy no se sabe dónde ha quedado. Lo mismo pasó el día de la corrida celebrada por San Juan de Sahagún. Que muy bien que toree Morante, pero no por eso, que aun así se puede y a la vista está que hay quien lo hace, uno puede creerse “estrella” y tener por ello el derecho de llegar hasta 15 y 20 minutos tarde para colocarse en los tendidos, porque ha estado entrando gente hasta el final del primer toro, y encima querer tener razón ante los reproches de quien llevaba en el asiento media hora antes. Y vale que había quien argumentaba que había mucha cola… pero, y ¿qué hay de los que a las 17:55 seguían apoyados en la barra del bar?
Dicho esto, el paseíllo dio comienzo entre la afición que seguía entrando y las discusiones de “se siente que no me deja ver”. Lo de Manzanares es muy probable que nadie lo esperara, se cayó a dos días de su cita con Salamanca en un cartel vendido de “figuras”, donde ya de por sí solo había dos consagradas. La sustitución la cogió Ismael Martín entre un debate abierto por el aficionado que defendía una segunda tarde para otro torero que no estuviera en la feria o la segunda tarde de Emilio de Justo tras el indulto, pero el de Cantalpino volvió a callar bocas, puede gustar más o menos su concepto del toreo pero lo cierto es que vez que viene o ha venido, mejor dicho, puntúa.
Morante de la Puebla, el torero abre plaza y por ende director de lidia, vino sin su aclamado y envidiable ‘duende’ a Salamanca. Al primer toro no lo quiso, las cosas como son. Fue devuelto porque no le gustó y porque el presidente cedió ante la presión del público y del torero que mandó dar un largo puyazo a Ángel Rivas. Salió en su lugar un toro negro más alto que tampoco fue mucho del agrado del sevillano, de hecho, se llegó a insinuar por parte de miembros de su cuadrilla que no veía.
El viento soplaba y eso a Morante no le gusta, pero bajo ningún concepto, y lo dejó claro. La faena en tablas en su mayoría, algún derechazo de mano baja suelto y un natural antes de ir a por la espada. Palmas. En su segundo toro, el quinto de la tarde, le tocó en suerte un toro de nombre ‘Zalabando’ que parecía querer, pero al que Morante invitó pronto a que no pasara nada. Se borraron todas las ilusiones por ver al llamado ‘genio’. Entonces, la ilusión y la expectación se resumía en una bronca con gritos de “tongo” y “¿para qué has venido?”. Por cierto, Morante es un genio indiscutible, pero no por ello se le puede corear “olés” a destiempo y sin venir a cuento.
Ismael venía con ganas, siempre las tiene, pero hoy más. Y es que torear con el de La Puebla tiene que arrabatar a cualquiera. Demostró frescura desde el inicio con el percal, rodilla en tierra combinada con verónicas y una chicuelina suelta en busca del toro que se quería ir. Por Chicuelo y al paso también para dejar al toro en la suerte de varas con una gran media. Y si el toro fue dejado en el caballo por Chicuelo, fue sacado a través del quite del oro. Calentó al público con el percal y lo levantó con los palos parando al astado a cuerpo limpio.
La faena estuvo cargada de adrenalina en el ruedo y en los tendidos, mucho sentimiento del torero que se entregó hasta el final. Al toro habría que haberlo visto con la muleta arrastrada por los suelos, pero su fuerza estaba cogida por pinzas y por eso apostó por sostenerlo en pie. Empezó la obra apresurado y desde el callejón le dijeron que bajara la intensidad. Se pegó el arrimón de rodillas en el empujón final con bernardinas sin la ayuda y llegaron las dos orejas. En el penúltimo de la tarde le pidieron fuerte la oreja, pero no se le concedió. Se picó al toro en el caballo que hace la suerte y en el de la puerta también. Volvió a gustarse Ismael con los palos en medio del vendaval, donde brindó al público. La faena tuvo inicio casi en los medios, con un pase sacado por la espalda. Un inicio muy castellista, que fue lo más apoteósico de una obra de querer contra todo pronóstico ante un toro de más genio y aquerenciado en las tablas.
Lo de Marco Pérez en Salamanca fue más el premio que el toreo en sí. Es un niño todavía joven, pero se le ha vendido como figura desde el primer momento. Que es un niño prodigio porque desde una edad muy temprana domina uno de las disciplinas más artísticas como es la tauromaquia eso no hay nadie que lo niegue, pero todavía no es una figura del toreo. Y eso se vio hoy en Salamanca. Estuvo voluntarioso en sus dos toros, eso tampoco creo que haya nadie que lo niegue. La primera oreja vino por eso y porque la voltereta ayudó también a modo de agradecimiento por el esfuerzo, aunque fue una obra con el toro más enrazado de los cuatro primeros en la que predominó el pico. Se abusó mucho de echar al toro para afuera y de ahí la fea cogida en medio de una tarde que empezó a ponerse desapacible a más no poder. Por cierto, la voltereta fue muy aparatosa, generando unos instántes de pánico donde se pensaba que el toro podía haberle causado boquete, que, por suerte, no fue así.
En último lugar tuvo a ‘Volador’ el de mayores opciones del encierro hasta que se rajó: humilló, tuvo continuidad, recorrido, clase y bravura. Se intentó lucir el salmantino, que se fue bajo la lluvia a portagoyola y pegó tres largas cambiadas. Vistoso con el capote, un gesto muy torero y de raza, de no dejarse ganar la pelea cuando su compañero charro ya tenía abierta la Puerta Grande. Con este toro consiguió series asentadas con la diestra, pero al natural el pico fue otra vez por demás. Aplausos y pitos. Sentimientos encontrados en una obra con más toro que toreo, donde el público estuvo demasiado generoso premiando las dos orejas. Todo, por eso de que no habían visto a Morante.
Todo ello, en una tarde con numerosas personalidades reconocidas en el panorama social como Ramón Calderón, Carlos Fito-James Stuart y Martínez de Irujo, duque de Alba, Carlos Herrera o Juan José Hidalgo, en una tarde pasada por agua, donde los tendidos empezaron a vaciarse en el penúltimo toro.
En el siguiente enlace pueden ver cómo ha sido contado el 'toro a toro' en directo desde La Glorieta.
También te puede interesar
Lo último