Silvestre Sánchez Sierra, un hombre enamorado y defensor de su pueblo, Aldearrodrigo
El empresario salmantino fue durante más de veinte años concejal y financió desde obras a actividades festivas para sus vecinos
Enamorado de su pueblo, ver a Silvestre Sánchez Sierra paseando por sus calles o alternando con sus vecinos era algo habitual. Su vida laboral lo llevó fuera de Salamanca, primero como policía Nacional y después como uno de los hosteleros que más dio a conocer los productos de Salamanca, que llevaba hasta su restaurante en la Barceloneta, pero siempre mantuvo un vínculo muy estrecho con su localidad natal. Tanto, que durante más de veinte años fue concejal del Ayuntamiento y se encargó de que se ejecutaran numerosas obras y mejoras cuando los fondos municipales escaseaban. El frontón de la localidad lleva su nombre en reconocimiento a la ayuda que siempre prestó a su pueblo y a sus vecinos, a muchos de los cuales empleó.
Era habitual que Silvestre Sánchez Sierra se encargara de organizar actividades festivas como comidas para los mayores de la localidad una vez al año, verbenas… Todo para que la gente de su pueblo disfrutara.
Muy querido en su localidad, su muerte deja conmocionado a todo el pueblo. El ex alcalde de la localidad, Celedonio Espinosa destaca todo lo que Silvestre hizo en vida por el pueblo. “La gente está muy agradecida por todo lo que ha hecho por el pueblo, se merece todo lo que haga falta y más”, asegura recordando que durante más de 20 años compartieron tareas al frente del Ayuntamiento.
“Aldearrodrigo se muere sin Silvestre”, asegura un amigo del empresario, “gracias a el se han hecho muchas obras y mejoras”, recuerda conmocionado al enterarse de la noticia.
Taurino, trabajador incansable, devoto del Cristo de Cabrera a cuya romería asistía cuando estaba en Salamanca y comprometido con su tierra Silvestre era una cara habitual en la provincia participando en todos los actos y eventos que podía y llevando fielmente el nombre de Salamanca hasta la ciudad condal. Su pueblo lo echará de menos, los salmantinos también.
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