Piedra y metal, cielos interminables y barrancos imposibles: el Camino de Hierro cumple dos años de éxito

45.000 personas ya han disfrutado de la ruta de 17 kilómetros que es única en España y que permite recorrer uno de los tramos ferroviarios más espectaculares en plenas Arribes de Duero

Camino de Hierro
Camino de Hierro

Cielo y barrancos, hierro en puentes vertiginosos y piedra negra en túneles oscuros, paisajes interminables en uno de los lugares más espectaculares de Salamanca. El Camino de Hierro cumple dos años en los que se ha convertido en el mayor reclamo turístico fuera de nuestras fronteras. 17 kilómetros de recorrido sobre las antiguas vías del tren en un territorio con una orografía compleja que obligó a los ingenieros que a finales del siglo XIX diseñaron la ruta a salvar todo tipo de dificultades del terreno y dar soluciones técnicas que fueron pioneras en su tiempo para cruzar las Arribes del Duero. Desde La Fregeneda a la frontera portuguesa son 17 kilómetros de túneles y viaductos que salvan cortados y montañas que en algunos puntos tienen un desnivel de casi 400 metros.

Un producto turístico de éxito que ha superado con creces todas las expectativas de la Diputación de Salamanca, promotora y artífice del proyecto. Desde su apertura en abril de 2021 y hasta el 18 de abril de este 2023, han sido 45.006 las personas que han disfrutado de la ruta senderista, según los datos aportados por la Diputación. De hecho, en tan solo tres meses y medio de este 2023 la cifra de visitantes ha sido un 30 por ciento de todos los visitantes del año anterior y eso que el camino permaneció cerrado casi todo el mes de enero debido a los desprendimientos de rocas provocados por las lluvias. Solo en los primeros 18 días de abril han sido 2.516 senderistas, mientras que en el mes de marzo se llegó a 2.411 personas. Unas cifras que avalan la apuesta de la Diputación por conseguir que el Camino de Hierro sea un reclamo de turistas en todo el territorio nacional. “Estamos muy satisfechos y contentos con los resultados obtenidos y que el Camino de Hierro siga teniendo ese poder de atracción y seducción entre los turistas”, asegura el diputado de Turismo, Javier García Hidalgo, quien añade que las cifras “nos dicen que las cosas se están haciendo bien”. En 2022 fueron 19.595 las personas que hicieron esta ruta senderista y en lo que llevamos de 2023 esta cifra es de 6.076 personas.

GALERÍA | Camino de Hierro
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Unas cifras que auguran que este 2023 también será bueno para una ruta que permite a los viajeros cruzar 10 puentes de grandes dimensiones que ofrecen sorprendentes panorámicas de las Arribes.  Entre ellos, destacan el puente de Los Poyos, atribuido a la escuela de Eiffel, o el de Poyo Valiente, construido en curva, el más largo de este tipo para la época. Otro de ellos, el internacional sobre el Águeda, actúa como punto fronterizo y unión de los tramos español y portugués de la línea del Duero. Los senderistas pasan de la luz a la total oscuridad en los 20 túneles en los que se deben internar iluminados solo por las linternas en sus frentes. Paredes de piedra en las que todavía se ven las marcas que hicieron los trabajadores a golpe de martillo y la pica o de las explosiones de dinamita que abrieron la dura roca. Oscuridad y silencio que en alguno de esos túneles solo se rompe por el sonido de las colonias de murciélagos que allí habitan.

Un producto que todavía puede crecer más y evolucionar con el objetivo de seguir siendo un imán para los turistas. En estos momentos la mayoría de los visitantes del camino son de fuera de Salamanca. “El 80 por ciento de las personas que lo hacen son de otras provincias”, asegura el diputado. Algo que califica como “bueno” ya que este tipo de turismo es que más consume y deja pernoctaciones. Algo que se ha notado claramente en el territorio. Casas rurales, parkings de autocaravanas, restaurantes y establecimientos de hostelería han notado a los nuevos visitantes que hacen esta ruta. Un efecto que llega también a otras zonas cercanas como Cuidad Rodrigo.

GALERÍA | Camino de Hierro
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Entre los retos de futuro del proyecto está seguir incrementando los servicios y mejorando la ruta. Por eso, el próximo año el objetivo es incorporar a los centros escolares para que los grupos puedan realizar el recorrido en días de diario. “Los niños son los mejores embajadores con sus familias y la ruta se podrá hacer siempre que los escolares cumplan una edad”, asegura García Hidalgo. Tampoco se descarta que a estos 17 kilómetros se puedan añadir nuevos tramos y que estos incorporen otros modelos de gestión que permita abrir el recorrido a otro tipo de visitantes, no solo senderistas, algo que ahora mismo es inviable en los 17 kilómetros actuales por la propia idiosincrasia del camino.

Ciento cincuenta años de historia

El tramo que une la estación de La Fregeneda con el muelle de Vega Terrón es tan solo una pequeña parte del total de 77 km con los que cuenta el ramal español de la denominada Línea del Duero, que nace en La Fuente de San Esteban, donde se une a la línea Valladolid-Salamanca-Fuentes de Oñoro, y conecta en la localidad fronteriza de Barca d’Alva con el tramo portugués que se dirige hacia Oporto. De este modo se conectaba esta importante ciudad portuguesa con Salamanca, y por extensión, con la línea que a Valladolid llegaba desde Francia. El ferrocarril conocido como Línea del Duero se hizo realidad tras innumerables esfuerzos de los gobiernos portugués, español e inversores privados, muy interesados en crear esta moderna conexión comercial entre Salamanca y Oporto y sustituir el limitado transporte fluvial por el propio río usado hasta entonces. 

Las obras, que se convirtieron en un auténtico acontecimiento para los pueblos de la zona, se iniciaron en 1883 y se prolongaron durante 4 años. El 8 de diciembre de 1887, un convoy español y uno portugués se encontraban finalmente, entre la expectación de vecinos y curiosos, en el Puente Internacional del Águeda, que servía de frontera entre ambos países. La línea nunca llegó a tener la importancia comercial prevista, aunque fue fundamental para romper el aislamiento que los pueblos de la zona habían sufrido hasta entonces. La falta de rentabilidad, junto a la mejora de las comunicaciones por carretera, provocaron su cierre en 1985. Se iniciaba entonces una nueva e intensa actividad para lograr su rehabilitación como ruta turística, que tomo un nuevo impulso tras su declaración con Bien de Interés Cultural en el año 2000. 

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