Silos, aceñas, molinos y fábricas harineras, un viaje por el olvidado patrimonio industrial de la Salamanca cerealística

Benjamín Redondo recorre en un libro la provincia para registrar cada uno de los edificios que sirvieron como almacenes o transformadores en esa Castilla que fue el granero de España

Molino del Canto Villamayor
Molino del Canto Villamayor

Las “catedrales de los cereales”. Así han sido llamados esos silos que todavía se levantan en muchos pueblos de Salamanca y que, aunque en desuso, siguen marcando la silueta de la provincia. Un patrimonio industrial que se une al de las fábricas harineras, graneros, aceñas y molinos, muchos de ellos en ruinas, que todavía se extienden en las márgenes de los ríos en recuerdo de una época en la que eran fundamentales para abastecer de harina a los que habitaron estas tierras.

Quedan los restos de lo que fue una industria vinculada al campo y arraigada que, poco a poco, fue desapareciendo, empezando por los más pequeños, los molineros y terminando con las grandes harineras de la provincia de Salamanca. Fábricas como las de “Santa Elena”, que se quemó en los años 50, “El Sur” o “El Ángel” e incluso el granero del Duque de Alba, entre el camino de Villamayor y la calle Papin, que estaban ubicadas en la propia capital salmantina, convivían con molinos rurales.

Molino del Cabildo
Molino del Cabildo

Benjamín Redondo ha sido el encargado de publicar un minucioso registro de todos estos edificios que sirvieron alguna vez a la agricultura no solo en Salamanca, sino en todo Castilla y León. Un ingente trabajo de documentación que publicado bajo el título ‘Castilla y León, granero de España. La gran riqueza de su patrimonio industrial harinero y social’ pretende preservar para la historia ese rico legado que ha caído en el olvido.

Un trabajo que viene de su fascinación por las fábricas de harinas. “Viví frente a una gran fábrica de harinas”, asegura y reconoce que “para mi era el palacio más grande que podía imaginarme”. Por eso, ha dedicado ocho años de su vida a investigar todo lo relacionado con la industria harinera en Castilla y León.  “En Salamanca harineras no queda ninguna y los molinos se convirtieron en generadores de luz”. El declive de las fábricas llegó con la aparición de grandes harineras. “Solo la harinera de Arévalo producía 1.700 toneladas diarias de harina, y eso arrasa absolutamente todo”, asegura.

Un libro que le ha descubierto el desuso generalizado de los silos, muchos de ellos reconvertidos en otras cosas y que hace un recorrido pueblo por pueblo registrando cada aceña, cada almacén o cada molino.

En su libro, Redondo determina que Salamanca es la tercera provincia de Castilla y León en número de silos y graneros construidos por el FEGA. En total 23 silos y 14 graneros, siendo el más grande de todos el de Peñaranda de Bracamonte. Establece también que la provincia tenía 44 fábricas de harina, de las que tres eran molinos en ‘régimen de fábrica’. Además de una fábrica de chocolate, una de fideos y pastas y una de galletas.

Silo Vitigudino
Silo Vitigudino

Lucen espigados, aunque sin uso alguno, los silos ubicados en pueblos como Cantalapiedra, Gomecello, que también contaba con una fábrica de harinas llamada “La Armuñesa”, está el de la estación de Huelmos, hay otro en Babilafuente, Peñaranda de Bracamonte, que también contaba con una fábrica de harinas llamada “La Milagrosa”, Tejares, Ledesma, Aldehuela de Bóveda, Robliza, Barbadillo, Macotera, también con fábrica de harinas, Guijuelo, La Fuente de San Esteban, con su fábrica de harinas Santa Cándida o Vitigudino, que también cuenta con uno de estos gigantes.

En su libro, Redondo también registra el molino de Aldearrubia, la aceña del Lazarillo o la del Cabildo en Salamanca, la de Huerta o las de Gudino en Villamayor llamadas El Canto y La Moral, que están en ruinas. También tenía varias aceñas Ledesma, que actualmente se pueden recorrer como ruta con un paseo en piragua, o las del Salinar y Contiesa en Juzbado que también tiene un molino.

La Flecha, en Cabrerizos, esconde, entre las ruinas de la granja agustina en la que vivió Fray Luis y donde escribiera su Oda a la vida retirada, una aceña de la que apenas queda más que un escudo.

Por su parte, Alba de Tormes luce orgullosa lo que fuera su antiguo molino que se ha convertido en un espacio polivalente que muestra, con una exposición permanente, la maquinaria antigua que servía para producir harinas. También en Alba se encuentran dos silos, ocupados actualmente por una cooperativa.

 Casa Molino 2
Casa Molino 2

En Pedrosillo de los Aires queda el edificio de la antigua fábrica de harinas San Jos, mientras que en Béjar llegó a haber hasta 13 molinos harineros en el curso del Cuerpo de Hombre en 1753, según recoge el Catastro del Marques de Ensenada y recopila Redondo en su libro. También hubo fábricas de harinas, la de Hijos de Jerónimo Gómez -Rodulfo, la de Asensio o la de Viuda de Salas o la de Francisco Gonsálvez. Candelario también tuvo hasta 5 molinos harineros, más otro en Montemayor del Río.

Horcajo de Montemayor tiene incluso un museo etnográfico sobre el molino harinero y El Cerro, Mogarraz, Sancti Spíritus contaban con otro molino y Vitigudino con cinco a finales del siglo XVIII en la zona denominada como Cabeza de Molino. El molino de las Cinco piedras, en Cerralbo, el molino de las Espadañas, el de Las Uces, o el de Sanchón de la Ribera también están en esta zona. Villarino de los Aires cuenta con un Molino Museo repleto de información sobre los molinos de la zona. En Monleras, el molino ha sido restaurado como centro de interpretación del Bajo Tormes.

Ciudad Rodrigo por su parte cuenta con dos silos y varios molinos harineros, así como fábricas, de las que se recuerda más la que se llamó La Concha. Entre los molinos destacan el molino Carbonero, el de la Moretona o el de La Concha. En cuanto a los graneros del FEGA, en Gallegos de Argañan se conserva todavía uno.

Benjamín Redondo Marugán, autor libro.
Benjamín Redondo Marugán, autor libro.

 

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